domingo, noviembre 24, 2024
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Jabonoso

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Velas aromáticas, música chill out, sábanas recién lavadas y una temperatura que daba a mi habitación una calidez y un ambiente relajado, perfecto para un buen masaje.

Él no tenía que esforzarse en nada. Era su momento y yo estaba dispuesta a hacérselo pasar bien.  Frente al espejo, apoyando mi barbilla en su espalda comencé a desnudarle lentamente. El reflejo de nuestros rostros mientras mi pecho, mi vientre y mis muslos se rozaban contra su cuerpo adivinaban una gran excitación. Le conduje a la cama e hice que se colocase boca abajo.

Humedecí nuestros cuerpos con toallas calientes y yo embadurné de gel de aceite todo mi cuerpo. Enjabonarle los pies con mi sexo mientras le daba pequeños masajes en el empeine hizo que se mezclasen las humedades.  Mis manos abiertas recorriendo suavemente sus piernas, deslizándome hasta llegar a masajear sus nalgas con mis senos. Su trasero despegándose del colchón, ofreciéndose a mis manos. Me entretuve acariciándole su ano, mientras a él se le escapaba algún gemido que intentaba silenciar cogiendo fuertemente la almohada. Seguí untando su espalda con el jabón que cubría mi cuerpo. Resbalándome en su cuerpo. Perdiendo la noción del tiempo. Acariciándonos. Sedosos. Excitados. Calientes.

Le volví hacia a mí. Mis pechos le rozaban la barbilla, sugiriendo que se los llevara a la boca. No le dejé. Quería que me deseara más. Que me rogara que le diese más placer. Estaba tremendamente cachondo y yo también. Bajé mi boca hacia su miembro. Echando mi aliento en él. Dándole más calor, si cabía. Comencé a masturbarle pausadamente. Con dos dedos en su poderoso glande, mientras amasaba sus testículos. Yo friccionando mi clítoris contra su muslo, dándome un placer infinito. Esperando que se vaciara para derramarme. Le introduje un dedo entre sus nalgas. Cogió mi mano para que lo hiciera más profundamente y su pene se tornó más duro. Me suplicó que siguiera. Aceleré el movimiento de mis dedos por una parte y otra. Mi sexo restregándose cada vez más rápidamente. Nos desbocamos en medio de  un torrente de placer, líquido y jabón.

Memorias de una libertina

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