miércoles, noviembre 27, 2024
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¿Es preferible la injusticia al desorden?

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Dicen que lo dijo Goethe, que es preferible la injusticia al desorden. No me voy a poner a comprobarlo. Porque, con Goethe y sin Goethe, se lo he oído decir a muchas otras personas, me lo han afirmado docenas y docenas de veces. ¿Podríamos llegar a un acuerdo?: el ideal es salvar los dos valores -justicia y orden- al mismo tiempo. Pero no es fácil, no es nada fácil.

Se suele identificar justicia con libertad, pero la libertad ilimitada conduce al desorden y el desorden genera injusticia. Los límites de la libertad -la libertad de los demás, la salud y la seguridad pública…- suenan a limitación de la justicia, pero sin ellos se cae en el desorden, que acaba por ser más injusto todavía. Y el equilibrio se llama democracia, una de las palabras más reiteradas -¿quién no es demócrata?- y menos reales en el mundo de los actuales totalitarismos, las actuales partitocracias, los actuales terrorismos, los actuales subdesarrollos, las actuales crisis de valores.

Cada vez que, en la universidad, encuentro carteles en los que se llama a los jóvenes a la libertad, enalteciendo a Eta, o al Che, o a Fidel, y vituperando a los Estados Unidos, a Europa, a la patronal o a la policía -que de todo hay-, me tengo que preguntar por la salud mental de sus autores y de los que se dejan engañar tan burdamente. ¿De verdad piensan que en Cuba hay más libertad que en USA, o que la Eta respeta de algún modo  los más elementales derechos? Y sustituyo salud mental por mala fe -los unos-  e ignorancia -los otros-, y doy con la clave del misterio.

¿Es que saben los unos qué es, y desean los otros, la democracia? No, desde luego.

Cada vez que oigo renegar de los valores tradicionales, culturales y éticos, del Occidente cristiano -y digo Occidente por razones históricas, porque ya hoy son valores universales-, me vuelvo a preguntar: pero ¿se dan cuenta de que lo que quieren derribar es la civilización?  Y ¿qué nos ofrecen para sustituirla? Porque destruir sí que saben, pero ¿y edificar? ¿poseen una alternativa que ofrecer? ¿tienen nuevos valores que darnos, o creen -mucho me lo temo, incluso estoy seguro- que se puede vivir sin principios éticos, en el todo está permitido, en un mundo de bestias que satisfacen sus apetitos -dinero, poder, sexo, diversión, irresponsabilidad, caos…- y ya está? ¿Es que no se dan cuenta que otros credos, otros valores, que ellos -cobardes- no osan ni discutir ni atacar, vendrán a ocupar el hueco, y traerán nuevas éticas que ellos no podrán combatir y de las que serán las más tristes víctimas, porque ni siquiera caerían con honor? ¿Es que ni sospechan la manipulación más que evidente de la que totalmente dependen?

¿Es que saben lo que es una sociedad sin valores, o qué significan los valores impuestos en una sociedad no democrática? Ni se lo imaginan.   

Cada vez que veo ridiculizada a la familia -transformada en una estructura vacía y sin fuerza-, los padres minusvalorados, los educadores menospreciados, la enseñanza sin contenidos, lo superfluo enaltecido y lo importante ocultado, las chorradas convertidas en saber y el saber tirado por la borda, los niños en manos de la irresponsabilidad, los jóvenes inducidos a un hedonismo sucio, los mayores al paro y los ancianos a la desesperanza -eso sí, con la eutanasia como perspectiva para que sepan que no hay mal que cien años dure-… Cada vez que hacen crecer -es criminal hacerlo, hay que decirlo claramente- al hombre animal y decrecer al hombre persona, cada vez que convierten la vida en química y no en transcendencia, ¿se dan cuenta de que están pudriendo a la humanidad, que ya comienza a apestar, que eso es pura basura que al final de la juerga va a parar al estercolero, y con muy mal remedio?

¿Es que saben lo que es un mundo sin espíritu? Ni huelen los principios morales, ni sospechan los valores de la justicia, ni intuyen el sentido de la democracia, ni entienden el por qué del orden. ¿Cómo pueden encontrar el equilibrio, esta serie de desequilibrados que quieren desequilibrarnos, y que en parte lo están consiguiendo? Cuidado con ellos, no saben lo que hacen, pero, caramba, lo malo es que lo hacen.  

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Alberto de la Hera

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