Tras pasarse al Partido Republicano en 1962, Ronald Reagan ironizaba: «No abandono el Partido Demócrata. El partido me abandona a mi».
Ahora el Partido Republicano le está haciendo lo propio – y los Demócratas están encantados de recuperar a Reagan.
En el encuentro de la mañana del martes con los legisladores Demócratas, el secretario John Larson congregaba a los suyos con motivo del debate del techo de la deuda en la jornada poniéndoles una grabación del presidente 40.
«El Congreso lleva constantemente al estado al borde de la mora antes de afrontar sus responsabilidades», dice Reagan en el fragmento. «Esta política suicida amenaza a los titulares de la deuda pública y a los pensionistas de la seguridad social y las pensiones de los veteranos. Los tipos se dispararán, la inestabilidad se extendería por los mercados y el déficit federal se multiplicará. Estados Unidos tiene una responsabilidad especial a la hora de pagar su deuda para consigo y con el mundo».
«Las cosas cuadran», dice Larson, poniendo la misma grabación en rueda de prensa.
Nadie sabe lo que Reagan, fallecido en 2004, diría del actual enfrentamiento por el techo de la deuda. Pero 100 años después del nacimiento de Reagan, está claro que los Republicanos del movimiento fiscal tienen poco respeto a las políticas del presidente al que dicen venerar.
Los Republicanos del movimiento fiscal consideran la votación para elevar el techo de la deuda una amenaza a su existencia misma; Reagan presidió 18 incrementos del techo de la deuda durante su presidencia.
Los Republicanos del movimiento fiscal dicen que prefieren el descubierto de la deuda antes que subir los impuestos; Reagan accedió a subir los impuestos en 11 ocasiones.
Los Republicanos del movimiento fiscal, a través de la legislación «recortar, limitar y cuadrar», votaron a favor de recortar de forma permanente el gasto público al 18% del producto interior bruto; con Reagan, el gasto público llegó a ser del 23,5% y nunca bajó del 21,3% del PIB.
Esa misma legislación rebajaría el gasto federal a niveles que no se ven desde 1966, antes de que el programa Medicare de la tercera edad estuviera completamente implantado; Reagan autorizó en 1988 una importante ampliación del programa Medicare.
Con los recortes del gasto público de los Republicanos del movimiento fiscal, la movilización militar de Reagan, a la que se atribuye la victoria en la Guerra Fría, habría sido imposible.
No es de extrañar que el martes los Demócratas reclamaran como propio al icono Republicano. Tras la reunión de la representación con la grabación de Reagan, el congresista Demócrata de Illinois Mike Quigley abría la sesión dando lectura a un escrito de Reagan de 1983 dirigido al Congreso advirtiendo que «las nefastas consecuencias del descubierto de la deuda -o incluso de la perspectiva seria del descubierto- por parte de Estados Unidos son imposibles de predecir y pavorosas de contemplar”.
«En el año del centenario de su nacimiento, el Gran Comunicador se sorprendería de lo mucho que su propia imagen ha sido alterada con respecto al original», acusaba Quigley. «Vería a sus seguidores más fieles valiéndose de su nombre como justificación para decir no a extinguir nuestras deudas. Vería su herencia utilizada para jugar al gallina con el motor económico más grande del mundo».
Los Republicanos han proseguido su elogio ritual a Reagan durante el enfrentamiento del techo de la deuda. El congresista de Arizona Trent Franks afirmaba que los límites presupuestarios permitirían a América ser «la gran ciudad de la colina de la que hablaba Ronald Reagan”. La congresista de Tennessee Marsha Blackburn invocaba la fe de Reagan en que «lo más cerca de la vida eterna que se está sobre la tierra es un programa público federal». El congresista de Texas Kevin Brady citaba el discurso de Reagan que dice que «las ocho palabras más aterradoras del idioma son ‘soy del gobierno y he venido a ayudarle’”. Tanto el legislador de Iowa Steve King como el congresista de Illinois Bobby Schilling informaron a la entidad de que tienen nietas bautizadas Reagan.
Pero si bien perdura la nostalgia de Reagan, cierto número de Republicanos han empezado a admitir lo evidente: Reagan ya no sería bienvenido en el Partido Republicano. El último, el congresista de California Duncan Hunter Jr., llamaba a Reagan «progre moderado reconvertido… que en mi opinión hoy nunca saldría elegido».
Durante el debate del techo de la deuda, una procesión de Demócratas – Peter Welch en Vermont, en Maryland Chris Van Hollen, Paul Tonko en Nueva York, Sheila Jackson y Green Gene en Texas – reivindicaban el apoyo de Reagan a su postura. Reagan es «venerado por muchos Demócratas», decía Welch, que elogiaba a Reagan por combatir «la absurda noción de que América tenía opciones en lo que respecta a afrontar nuestras letras».
Medio siglo más tarde de abandonar el partido, Reagan anota una victoria por los Demócratas.
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Dana Milbank