Los sucesos de Noruega están siendo analizados a través de todos los prismas. A mí me hacen pensar mucho en la flojera democrática que padecemos y en las ínfulas de la extrema derecha, más o menos fascista, que se manifiestan y más en una serie de éxitos electorales de esos partidos en diversos países europeos. Es evidente que la persecución a los inmigrantes forma parte de ese movimiento y lo es también que la xenofobia ha ganado terreno en los partidos de la derecha clásica, no en todos, y sobre todo en algunos como el español. Todo eso forma un caldo de cultivo que radicaliza todavía más a los sectores extremos de la derecha y que desemboca en comportamientos antidemocráticos y neonazis mirando sobre todo a los inmigrantes. Ese espíritu está sin duda detrás de lo sucedido en Noruega y el propio asesino genocida lo ha reconocido en sus declaraciones y ya antes en sus exabruptos en las páginas de Internet. Las no pocas advertencias que se han ido desgranando no han servido de gran cosa ni se arreglará nada si seguimos mirando a otro lado tras la consternación por las muertes.
Lo que acabo de comentar, más la crisis económica y sus consecuencias, junto a la corrupción oceánica vinculada al partido que será probable ganador de las generales, más el empeño de ese partido en rehuir toda responsabilidad sobre las consecuencias de la crisis, forman un panorama aterrador, que sólo encuentra un rayo de esperanza en el movimiento de los indignados, 15-M, Democracia Real Ya o cualesquiera de sus corporeizaciones. El fin de semana ha sido un tiempo de reflexión, con sus presencias multitudinarias en las calles y con sus marchas por los caminos de España, sin olvidar la inestimable cooperación del Nobel Stiglitz, que sin duda marcará la pauta de otros muchos apoyos de personas de gran renombre, algunas de las cuales ya se habían comprometido de antemano con el imparable movimiento que pretende devolvernos a todos la dignidad perdida. Hace dos meses largos, cuando no había nacido el 15-M, por mi parte estaba todo prácticamente perdido. Ahora asoma la esperanza.
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Pedro Calvo Hernando