Para superar en popularidad a alguien que atraviesa unas horas tan bajas como las que vive el presidente Zapatero es verdad que no hay que entrenar mucho, pero pienso que esta comparación no resta ningún mérito al remonte que ha experimentado el candidato Rubalcaba en la última encuesta de CIS, más bien al contrario. Cierto que no quedaba mucho donde elegir tras el paso de Zapatero por un partido en el que, salvo honrosas excepciones, el talento político ha sido sacrificado a la mediocridad y el arribismo. Pero creo que esta encuesta demuestra el acierto en la elección de Rubalcaba y que es su primer éxito personal. Como bien saben los sociólogos y la gente de marketing, los líderes políticos son «producto» y «marca». Como cualquier otro bien de consumo, sí. Y cuando el líder de un partido como el PSOE, tan jerárquico en la toma de decisión como poco democrático en el reparto del poder interno, se hunde, arrastra a la «marca» con él.
Cuando una «marca» se hunde es más difícil volver a ponerla a flote que lanzar una nueva, este es el reto de Rubalcaba. No es solo Zapatero el rechazado en las encuestas de intención de voto hasta por gran parte de quienes votaron al PSOE porque confiaban personalmente en él sino que ese rechazo se extiende a las propias siglas socialistas. El descrédito político y personal del «producto» (la factura de aquel ilusionado «no nos falles» de 2004) ha contaminado de tal forma la «marca» que el batacazo socialista parecía insoslayable fuera las generales este otoño o en marzo; tan es así que, primero en las recientes elecciones del 22-M y ahora en el despegue de la campaña de Rubalcaba, fue (vuelve a ser) noticia que los candidatos socialistas municipales y autonómicos y ahora el nacional estuvieran mas pendientes de esconder bien sus señas tradicionales de identidad -las siglas PSOE, el color rojo de los escenarios, y el anagrama del puño y la rosa- que del programa electoral.
Tiene su explicación. Con el paro y la economía sin arreglo a la vista y repitiendo como principales preocupaciones de los ciudadanos, poco podían «prometer» los candidatos del PSOE si no lograban separarse del Gobierno socialista responsable del fiasco. Más que Secretario General, este Zapatero al que ahora se permite toser el CIS y hasta el último gato del partido, ha sido el César del PSOE. Y eso se paga. Que flote de nuevo la «marca» PSOE es, como digo, el reto que se impuso afrontar Rubalcaba contra todo pronóstico. Y, hay partido. Esta encuesta del CIS, en mi opinión, no cambia nada, yo soy una convencida de que las próximas elecciones las ganará quien logre convencer a los ciudadanos de que sabe como parar el paro, y ese hoy por hoy es Rajoy. Lo que este CIS demuestra, desde mi punto de vista, es que, si se da con la «tecla» adecuada, con el candidato adecuado, aun bajo los escombros aparentemente más yermos de la política, puede haber vida.
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Consuelo Sánchez-Vicente