Vamos por el tiempo de descuento en la lucha de América por evitar el descubierto en el pago de la deuda, pero nuestros líderes no se ponen de acuerdo en las condiciones del terreno de juego.
“La Casa Blanca ha cambiado el reglamento”, protestaba el presidente de la Cámara John Boehner la noche del viernes.
“No hubo ningún cambio en el reglamento”, respondía el jefe de gabinete Bill Daley a través del programa “Meet the Press” la mañana del domingo.
Aun así Harry Reid, el líder Demócrata en el Senado, afirma que el reglamento fue trasladado realmente – por los Republicanos. «Es como tratar de lanzar un tiro a puerta con los postes de la portería en movimiento», dijo al principio de la lucha presupuestaria.
Es hora de sacar la tarjeta y penalizar a las dos partes por deportividad innecesaria: en concreto, por convertir la parálisis de la deuda en una prolongada metáfora deportiva.
Hace una semana, el Presidente Obama decía “estamos en el mismo terreno de juego”, pero hacia la noche del lunes acusaba a los Republicanos de «jugar un juego peligroso que nunca antes hemos jugado”. Un confundido Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca, pasaba de decir que las dos partes “han de pasarse el balón“ a afirmar que “la pelota está en su tejado”. Boehner replicaba que «la pelota sigue estando en la cancha del presidente».
En el pleno del Senado, los legisladores encontraban precedentes del techo de la deuda en las luchas de gladiadores y la caza del zorro. En tanto, el congresista Republicano de Ohio Jim Jordan explicaba como líder de un gran segmento de conservadores de la Cámara su postura con unos presupuestos que no tiene ninguna posibilidad de tramitar: «La noche de cada viernes, cuando están preparados para jugar, siempre hay un equipo favorito», pero «los dos siguen jugando, y a veces el que no es favorito gana».
Sólo hay un problema con la idea de la administración pública como partido de fútbol: no es un juego. Si se pierde toda la fe y la calificación de
Estados Unidos, no se estrechan manos a medio campo ni hay partido de revancha más avanzada la temporada.
La banalización del conflicto de la deuda por parte de nuestros deportistas electos apunta un problema más extendido de nuestra política: que los legisladores han prescindido de la administración pública en su búsqueda de la competición perpetua por lograr escaños en las elecciones siguientes. El ejercicio de legislación se ha convertido simplemente en otro medio de hacer campaña, mientras los partidistas de las gradas corean lemas y se burlan del equipo contrario y los líderes siguen el marcador de las victorias y las derrotas no por la opinión pública estadounidense, sino en su propio juego de ganar y conservar mayorías.
Un ejemplo revelador llegaba a finales de la semana pasada cuando se conoció la noticia de un probable acuerdo entre Obama y Boehner. Como informaba Paul Kane en el Washington Post, los Demócratas del Senado protestaban al responsable presupuestario de Obama diciendo que el presidente estaba derrochando su ventaja: «Los Demócratas iban ganando, dicen los senadores». No importa que sin acuerdo, millones de personas pierdan su empleo o su casa.
La prensa, partidaria desde hace tiempo de la competición en lugar del contenido, hace las veces de locutor deportivo de los políticos. El libro de éxito de dos cronistas políticos se titula “Cambio de tornas”. La lectura matinal obligatoria del Político se titula «Reglamento». Cuando Reid hizo
una propuesta de límite de la deuda, el New York Times la tachó de “jugada milagrosa”.
Los legisladores están lo bastante curtidos para negar el juego de minar la confianza del contrario que practican. «Este no es jugar al gallina», decía Reid a los Republicanos. «Basta de juegos», decía a los Demócratas el líder Republicano en el Senado Mitch McConnell. Pero los atletas políticos no pueden evitarlo.
El Senador Demócrata de Ohio Sherrod Brown se queja de que los Republicanos «no juegan con nosotros» y el Senador Demócrata de Nueva York Chuck Schumer asesoraba a los Republicanos acerca de «cómo se va a jugar aquí» El Senador Demócrata de Michigan Carl Levin equiparaba a Obama con «un lanzador de reemplazo que entra en el cuarto tiempo 19 a 0 y permite otro tanto… Los hinchas deberían de estar mucho más enfadados con el lanzador que abrió el partido».
Al otro extremo del hemiciclo, el Senador de Arizona Jon Kyl dice a los Demócratas que «salgan al campo» y McConnell ordena a Obama que «baje a jugar», pero el congresista de Georgia Tom Graves dice que «es demasiado tarde» para una propuesta Obama. El Senador de Carolina del Sur Jim DeMint advierte que «los Republicanos juegan a un juego sin ganador claro», mientras el congresista de Texas Louie Gohmert considera la legislación Republicana «un cambio de tornas».
El descubierto en el pago de la deuda sería desde luego un cambio de tornas, y no uno favorable. Pero no hay que preocuparse: en el pleno del Senado, el congresista Republicano de Indiana Dan Coats dice que «incluso si el tiempo se agota», esperamos un resultado feliz. ¿Por qué? Porque es un fanático del deporte. «He visto remontadas milagrosas en el tiempo de descuento, a lo mejor en los dos últimos minutos», decía.
Yo también he visto «Hoosiers, más que ídolos» senador. Pero si el conflicto por el techo de la deuda acaba mal, vamos a perder más que un partido de baloncesto.
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Dana Milbank