Me consta que la imagen es fuerte, de impacto, pero les quiero prevenir por si los encuentran estos días en una piscina, al borde del mar, o en pleno senderismo por los montes perdidos. Sí, ellos, los políticos también tienen camiseta y se la ponen en vacaciones como todo hijo de vecino. Se supone que cada uno llevará alguna alusiva a lo suyo, así Rajoy puede colocarse una con el lema: «fumando espero», y Rubalcaba otra con el eslogan «Rbcb», (parece una fórmula matemática, ganas dan de escribir debajo: «X es igual a ¡la gallina!»). A Zapatero le vale una de la gira de Julieta Venegas: «¡qué lástima pero adiós, me despido de ti y me voy!», aunque quizá sea demasiada letra para tan poco pecho. Las grandes inscripciones hay que dejarlas para las espaldas más anchas.
A nadie le ha extrañado que Cascos posara con una camiseta de «I Love Asturias» porque Cascos es el político con más cambios de registro indumentario que se conoce. Cuándo estaba en el Gobierno nos «obsequiaba» todos los años vestido bien de cazador, bien de pescador de truchas en el río, y era notable el esfuerzo que hacía para posar con la ropa de la temporada. Cascos y los niños igual de elegantes, sin aflojar la indumentaria; lo que variaba era la rubia que les acompañaba para la ocasión. Cascos sin rubia al lado no posaba igual.
El uso de la camiseta del político en verano es todo un eslogan electoral, y más ahora cuándo estamos en la última recta de esta larga campaña que ha durado tres años y medio porque comenzó al día siguiente de ganar el PSOE las pasadas elecciones. Aznar hace tiempo que eligió quitarse la camiseta para posar torso al aire en el barco de algún amigo. La tableta de Aznar sirve como valla publicitaria de que hay otra vida después de La Moncloa, y al parecer con mejores resultados para la salud; por lo tanto José Luís tiene motivos para pensar que le aflojarán las ojeras y recuperará la forma física que tiene una persona de su edad. El efecto oxidante de La Moncloa es más que evidente, se nota por fuera y se debe padecer por dentro a tenor de las señales de aluminosis del alma que provoca en sus habitantes. Zapatero podría encargarse otra camiseta con «21-N, ¡menos mal!», y de esa forma todos entenderíamos su padecer que también es el nuestro, oiga.
Ahora bien, aquí espero a Bono que destacará en todo el chiringuito playero por ser el único que luzca camiseta con corbata incorporada. Antes «tuerto que sencillo». El presidente del Congreso recuperará esos trajes de baño de rayas que llegaban hasta el tobillo. Cuándo uno crea tendencia es lo que tiene.
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Rafael Martínez Simancas