Curioso país nuestro. En medio de una tormenta financiera que está acabando con él, en medio de una reforma de la Constitución realizada entre amigos y por culpa de la mala cabeza de Zapatero y con cinco millones de parados, la foto del día es la de la Princesa Letizia en bikini en una playa griega, hecha por una veraneante con el teléfono móvil y por la que, dicen, han pagado 10.000 euros.
Y lo peor es que ya es la segunda foto que le han hecho en bikini este verano. La primera se la hicieron en aguas de Mallorca y la publicó la revista Hola.
¿Qué llama la atención de una mujer joven en bikini? ¿Hay algún problema porque la princesa lo use? ¿Llama la atención su delgadez? ¿O, simplemente, es puro morbo lo que se ofrece en ella?.
No lo sé. Aunque puede que ese interés por una princesa en bikini sea, únicamente, un síntoma de inmadurez como pueblo. Porque, cuando se publica esa imagen y tiene tanta repercusión es por algo. Y, a mí, ese algo me entristece. Indica demasiadas cosas. Casi todas ellas de una pobreza de espíritu que espanta. Y, desde luego, dan en cierta medida nuestro nivel intelectual como pueblo.
Pinocchio