domingo, noviembre 24, 2024
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Sus peores enemigos

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Yo hay cosas que no entiendo. Por ejemplo, no entiendo a los «cerebros» de la economía mundial, a esos mismos que no han sido capaces de impedir un desastre económico-financiero como el que estamos viviendo. Sí, los mismos que hasta ayer apoyaban y hacían lo contrario de lo que hoy predican. Pero eso sí, dictan normas de obligado cumplimiento que están acogotando a los países hasta extremos indecibles.

Que alguien me explique cómo es posible que un país salga de la crisis si a ese mismo país le piden, desde el FMI a la UE, que rebaje su sector público y prescinda de funcionarios. Echar trabajadores a la calle supone que se van directamente al paro, y si el país tiene un sistema de protección cobrarán del paro, poco, pero cobrarán algo, y si no tiene sistema de protección entonces esos trabajadores estarán condenados a intentar encontrar trabajo en un momento en que la economía está paralizada y los empresarios no contratan a nadie.

Bueno, pues eso es lo que está pasando en Grecia. Yo no sé si hay un plan malévolo para acabar con el país heleno, porque de lo contrario no se entiende que se obligue al Gobierno griego a contribuir a que aumente el paro. Sí ahorrará algo en gasto público, pero con miles y miles de personas en el paro su economía no saldrá adelante ni en esta década ni en la siguiente, y lo único que se está provocando es pobreza.

Pero si no entiendo lo que los organismos internacionales, amen de Alemania, están haciendo en Grecia, tampoco entiendo que en nuestro país el candidato socialista haya decidido poner en la picota a las clases medias recuperando un impuesto, el de Patrimonio, que es claramente injusto porque penaliza el ahorro y obliga a pagar impuestos dos veces por el mismo concepto. Y, sobre todo, me produce una enorme irritación que se intente convencer a los ciudadanos de que ese es un impuesto para ricos cuando los ricos de verdad no pagan apenas impuestos porque su dinero lo tienen en «sicavs» y en sociedades diversas con las que esquivan al Fisco. De manera que los planes impositivos del candidato socialista consisten en seguir ahogando a las clases medias, a los profesionales liberales, a todos aquellos que han logrado un ahorro a cuenta de su trabajo y no de la especulación.

Verán, yo creo que hay que pagar impuestos sobre todo si queremos mantener el Estado del bienestar, pero eso sí, todos debemos de arrimar el hombro, y sobre todo los que son ricos, riquísimos de verdad. Pero aquí, a los riquísimos les tratamos con guante de seda por aquello de que lo mismo se enfadan y se llevan su dinero a otra parte. O sea el colmo.

Y puesta a no entender no entiendo que Esperanza Aguirre esté enseñando la peor cara del liberalismo con esos ataques frontales a la Educación pública o su enfrentamiento con los profesores. La señora Aguirre acaba de decir que toda la enseñanza no tiene porque ser gratuita y se ha quedado tan ancha. Pero seguramente las afirmaciones de Aguirre tienen mucho que ver con el clima preelectoral en que estamos viviendo, en que los populares se están encargando abrigos con la piel del oso que están seguros de cazar el próximo 20 de noviembre. Así, de las palabras de la presidenta de Madrid podemos deducir lo que se nos viene encima cuando gobiernen los populares. Es verdad que el PSOE ha sacrificado parte del  «Estado del bienestar» pero al menos hasta ahora habían salvado la educación y la sanidad públicas. Pero el PP no tiene complejos y dentro del PP la que menos complejos tiene es Esperanza Aguirre que tiene una virtud: no engaña a nadie, es como es, y dice en voz alta lo que piensa sin imposturas. De ahí que cuestione la actual educación pública y esté manteniendo el pulso con los docentes del sistema público de educación.

Pero eso sí, esas tesis de liberalismo salvaje que defiende la presidenta de Madrid no son un buen reclamo electoral. Luego se quejara de que la gente salga a la calle a defender lo público y será capaz, como está siendo, de decir que Rubalcaba está detrás de la huelga de profesores. En realidad, la que está detrás de esa huelga es ella por sus declaraciones. En fin, la lista de lo que no entiendo es interminable, pero basten estos tres ejemplos para ilustrar que vivimos tiempos en que nada es lo que debería de ser.

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Julia Navarro

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