Esta semana no tiene día bueno. Si el lunes se despeñaba la Bolsa, el martes por la mañana nos anunciaban que en septiembre otros cien mil trabajadores habían perdido su empleo -lo cual significa que ya hay más de cuatro millones y medio de parados-, y a mediodía confirmábamos que los bancos habían decidido subir las comisiones que cobran por operar las cuentas corrientes y las tarjetas de crédito de sus clientes.
Tres malas noticias que, en algún sentido guardan relación. En España tenemos la tasa de desempleo más elevada de toda la Unión Europea: un 21%. Una de cada cinco familias tiene alguno de sus miembros en el paro. Algo más de un millón de esos desempleados son jóvenes y otros tantos ya no perciben subsidio alguno. Quiere pues, decirse que es mucha la gente que lo está pasando francamente mal. Algunos soportan la angustia añadida de tener que hacer frente a un hipoteca y en ese registro su relación con los bancos y cajas de ahorro es una relación tensa, cargada de problemas. Sabemos que los bancos no son entidades benéficas.
Son negocios que se dedican a ganar dinero tomándolo barato y prestándolo caro. Aún así, son empresas de este mundo que operan aquí y en el tiempo actual. Quiero decir que la lógica de sus operaciones no debería abstraerse del momento de extrema dificultad por el que atraviesa nuestro país. Son parte esencial de la economía española y sus clientes son ciudadanos que encogidos e incluso acogotados por los efectos devastadores de la crisis. Ellos mismos (hablo de las cajas de ahorro) se han beneficiado de los fondos de capitalización ofrecidos por el FROB; fondos que proceden del erario, es decir de los contribuyentes. Por cierto que algunos de sus gestores (vuelvo a referirme a las cajas de ahorro) no han tenido empacho en despacharse jubilaciones o pensiones multimillonarias a sabiendas de los pufos que dejaban en las cuentas. Que los banqueros hayan elegido un momento como este para subir los precios de todos sus servicios arroja mucha luz acerca de la insensibilidad social de quienes gestionan estas entidades. Creo que la pregunta es pertinente: ¿son banqueros o son usureros? Responda el amable lector. Personalmente, lo tengo claro.
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Fermín Bocos