Los ecos de la última conferencia política del PSOE llegan hasta cuando se hacen públicos los datos del paro de septiembre, ahí se acaba toda la precampaña que pudiera haber realizado el candidato Rubalcaba y su aparato mediático. La realidad tozuda, agria y abultada de las cifras del desempleo se tragan las propuestas y decorados que pueda tener el PSOE como si se tratara de un dragón con dos cabezas. Ya pueden oficiar Blanco y Valenciano misas gregorianas en latín, cada mal dato del paro son un puñado más de votos para Rajoy al que no le hace falta lanzar grandes propuestas sólo con distanciarse de la hecatombe es suficiente.
A cuarenta días de las elecciones a Rubalcaba se le está poniendo cara de médico de unidad de cuidados paliativos, de momento con mantener con vida al enfermo se da por satisfecho pero sabe que le va a costar que le pasen a planta. Hay que fijarse en la batalla interna que libra el PSOE por dominar el naufragio donde las familias tradicionales saltarán cada una por su lado en un sálvese quien pueda de los que hacen historia, y mucho más desde que el descalabro regional sacó a relucir no pocas miserias. Los codazos son para estar situados el 21 de noviembre, lunes, y hacerse con todo aquello que flote para montar una balsa en la que lógicamente no cabrán todos. Y da la impresión de que Blanco juega en esa clave, quiere ser quien gobierne el desastre para refundar el PSOE a su imagen y semejanza. No descartemos que haya algunos posicionados en el «cuanto peor, mejor».
La parte positiva de este batacazo será ver quién se hace con el control futuro de la organización. No parece que el 2012, y sucesivos, sea un espacio para los herederos de González (Rubalcaba que a su vez designa a Elena Valenciano), ni para las candidatas de diseño de Zapatero: Chacón es la última de ellas como antes estuvieron Pajín y otras veleidades de escaso fuste. «El problema del PSOE», lo definía con bisturí de forense una ex dirigente andaluza, «es que cuenta con pocos socialistas». Y si los generales no se creen la batalla tampoco van a transmitir un entusiasmo solidario a la tropa para que cada uno cumpla con su papel. De tal manera que ya se pueden gastar en sintonías y en decorados azules una fortuna, que eso no mejorará sus perspectivas de voto.
Cien mil parados más en septiembre son una losa complicada de levantar, pero es que encima de esa losa hay dirigentes socialistas disfrutando de este final porque en la ruina siempre se ha hecho negocio. También la política tiene sus chatarreros.
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Rafael Martínez Simancas