Parece mentira que en pleno siglo XXI el hermetismo religioso y la estrechez de miras políticas hagan tan difícil, cuando no imposible, realizar prospecciones arqueológicas en algunos países donde el descubrimiento de su arcano pasado podría suponer, sin duda, un cambio significativo que ayudara a esclarecer algunas de las grandes lagunas de la historia del hombre.
Sin embargo internet, con sus infinitas posibilidades, ha revolucionado muchas disciplinas académicas y, por fortuna, la búsqueda, la localización y el reconocimiento visual de lugares arqueológicos ya no es lo que era gracias a Google Earth.
Y es que la actualidad informativa ha puesto de nuevo en el objetivo impactantes hallazgos arqueológicos localizados en la Península Arábiga, concretamente en Jordania, Siria y Arabia Saudita, mediante ese sistema de imágenes por satélite. Se trata de cientos, tal vez miles de largas líneas y complejas formaciones circulares pétreas descubiertas por David Kennedy, investigador y profesor de historia antigua en la Universidad de Australia Occidental, y que según la opinión de numerosos arqueólogos podría suponer un hallazgo aún de mayor envergadura que las famosas Líneas de Nazca en Perú, declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1994.
Los geoglifos, que al igual que los de Nazca sólo pueden ser apreciados desde el aire, fueron observados por primera vez por el teniente Percy Maitland, piloto de la RAF, cuando en los años 20 del pasado siglo realizaba la ruta de correo aéreo a través de Jordania, llegando a publicar en 1927 un artículo sobre dichas estructuras de piedra en la revista Antiquity.
Sin embargo, y a diferencia de los geoglifos peruanos, dichas líneas y estructuras circulares no han podido ser estudiadas hasta hace aproximadamente dos años, cuando Google Earth fue abriendo algunas ventanas sobre el suelo arábigo. Baste decir que en los años 70 y 80 el gobierno saudita comisionó a un grupo de arqueólogos que realizara un amplio estudio por todo el país, hallando cerca de 1.800 puntos con restos arqueológicos, pero incluso a ellos, a sus propios inspectores, les prohibió el uso de la fotografía aérea.
Pero no vayan ustedes a pensar que Arabia Saudita, con su monarquía absolutista que se rige por la Sharia, es la única que no permite hurgar en su pasado por razones de hermetismo religioso y político. En China ocurre tres cuartos de lo mismo.
Allí centenares de pirámides constituyen un verdadero misterio arqueológico. Fueron descubiertas de manera accidental por James Gaussman, un aviador de la fuerza aérea norteamericana hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, y durante años el férreo control aéreo e informativo del comunismo chino hizo que no sólo se mantuvieran en secreto, sino que parecieran una leyenda urbana.
Pero, pese a dichas restricciones, las pirámides chinas fueron nuevamente captadas por una cámara en 1994 cuando el investigador alemán Hartwig Hausdorf osó fotografiar y filmar las construcciones a riesgo de perder su vida a manos de la fuerza aérea militar china que impedía sobrevolar la zona.
Finalmente el régimen chino no tuvo más remedio que reconocer en el año 2000 que existían unas 400 pirámides en la región de Shanxi, al norte de Xi´an, muchas de ellas sumamente deterioradas por falta de mantenimiento.
Aún así, siguen sin permitir su acceso.
¿Cuántos misterios arqueológicos más permanecerán intencionadamente ocultos por la idiotez humana?…
David Sentinella