Tengo la sensación de que nuestros políticos, y no me refiero solo a los españoles, sino a los líderes de la Unión Europea, andan entretenidos bailando un vals, mientras nos vamos a pique. Bailan y bailan o, lo que es lo mismo, van de reunión en reunión sin tomar decisiones contundentes que encaren de una vez todas la dimensión de la crisis económica y financiera que estamos padeciendo y que cada día que pasa adquiere tintes más dramáticos.
Por lo pronto, las agencias de calificación S&P y Fitch han rebajado la nota de las principales entidades bancarias españolas y esa es una noticia francamente mala. Sin embargo en nuestro país los responsables políticos hacen declaraciones tranquilizadoras, intentando quitar hierro al asunto. Pero el asunto tiene hierro, lo quieran o no. Si los mercados -esos entes abstractos que son como espíritus malos- se empeñan en colocar a nuestro país en el abismo lo conseguirán.
Yo continúo sin entender porque la Unión Europea por no ir más lejos no investiga a estas agencias de calificación y además crea una gran agencia de calificación europea. No sé por qué tenemos que creer que estas agencias son entidades benéficas y no lo que son, grandes negocios que engordan a algunos y adelgazan a otros.
También me inquieta esa carta de George Soros que junto a otros 1.300 firmantes entre los que se encuentran importantes industriales y financieros de todo el mundo avisan de que el euro está a punto de sucumbir si no se adoptan medidas de inmediato. Propugnan la puesta en marcha de eurobonos y la necesidad de que Europa se convierta en una unidad económica de verdad y no que cada país tenga su propia fiscalidad. O todos juntos o nos hundimos, vienen a decir.
Lo cierto es que si al final el euro se hunde y Europa cae en la peor recesión que haya conocido no será por falta de avisos, aunque como escribía al principio tengo la impresión de que los responsables de evitar la catástrofe están bailando como en el Titanic, incapaces de afrontar lo que sucede a su alrededor, creyendo que Europa es demasiado para que el iceberg de los mercados la haga naufragar de un día para otro.
No me gusta ser pesimista, pero creo que se han encendido todas las alarmas y que es ahora o nunca el momento en el que los responsables políticos y económicos de la Unión deben de actuar. España, lo mismo que Italia, está a punto de irse al traste y si eso sucede podemos decir que al sueño de la Unión se le habrá puesto punto final por la incapacidad de sus líderes que consumen el tiempo bailando el vals de la incertidumbre.
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Julia Navarro