domingo, noviembre 24, 2024
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Los indignados y el estado de malestar

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Este pasado sábado indignados de 82 países se manifestaron en 951 ciudades de todo el mundo con el objetivo de reclamar un cambio de la situación económica, política y social en los países que están siendo sacudidos por la crisis.

Si bien es cierto que los planteamientos económicos de este colectivo en España se acercan a la utopía o a la extrema izquierda, no es menos cierto que la crisis se está alargando en el tiempo de forma tal que está poniendo en cuestión la forma de entender el mundo, la economía y quizá la vida.

Si pensamos en la tasa de desempleo de nuestro país que es de alrededor de un 21%, lo que  supone 5 millones de desempleados, y que el desempleo de los menores de 25 años es de alrededor de un 45%, y a eso le añadimos que no existen perspectivas de solución en el corto plazo, es comprensible que todo el mundo comience  a cuestionar la sociedad en la que vivimos.

Además, ese desempleo es común en todos los países de nuestro entorno, si bien es cierto que con cifras no tan llamativas como las nuestras pero con las mismas malas perspectivas de futuro. Esto incluye a Estados Unidos, que aún con una economía más potente que la europea presenta problemas similares. En definitiva, estamos ante un problema común a todos los países occidentales.

Todo ello hace pensar que la situación en la aldea global en la que vivimos ha cambiado y que quizá  la forma de vida que hemos conocido hasta ahora en occidente vaya a cambiar de manera significativa.

Y creo que es así porque en los últimos años se ha producido en nuestra aldea global una, digamos, mutación del capitalismo. Desde la caída del muro y de los regímenes comunistas sólo hay un sistema económico, el capitalista o de economía de mercado, como queramos llamarlo. Ese sistema ya no necesita mostrar bondades de ningún tipo porque no hay nada enfrente de lo que defenderse, antes estaba el comunismo, ahora sólo queda una vía por la que circulamos todos.

Los máximos representantes de este sistema, que son las multinacionales, han llevado a cabo una deslocalización de la producción, trasladando ésta a países emergentes tales como China o la India, e incorporando una fuerza laboral de 2 mil millones de personas de escaso nivel de vida. Estos países tienen normas laborales laxas o inexistentes, los sistemas de protección social no existen y no merece la pena entrar a mencionar los niveles salariales.

Ante ese hecho, mientras esos países no eleven sus niveles de vida y sus sistemas de protección  social, los países occidentales sin tecnología punta tenemos muy difícil competir con ellos, ya que la única vía es por la de la minoración de los salarios y las disminuciones de los sistemas de protección social. Por tanto, mientras no se produzca una equiparación entre los niveles de vida de los países emergentes y los occidentales, la balanza productiva estará siempre inclinada de su lado, de tal forma que cada puesto de trabajo que se cree en ellos será un puesto de trabajo perdido en occidente.

Por tanto, dado que la elevación de los niveles de vida y protección social de esos países es un proceso lento y que además cuando lo hayan conseguido, la producción se trasladará a otros en su misma situación, es por lo que debemos empezar a pensar que la vida en los próximos años en occidente no va a ser un lecho de rosas y va a cambiar necesariamente a peor. Deberemos vivir peor para que en los países emergentes vivan mejor de lo que lo han hecho hasta ahora.

Ahora bien, mientras se equiparan los niveles de vida, ya se empiezan a alzar voces que hablan de proteccionismo de los mercados occidentales y de desglobalización, como proceso inverso de cara a futuro y como forma de atajar los problemas de desempleo en occidente.

Sea cual sea la solución que al final se aporte, los ciudadanos tenemos que exigir a nuestros representantes acciones e ideas que estén a la altura de las circunstancias y ese es, bajo mi punto vista, el significado más importante del movimiento denominado indignados.

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José Luis Martín Miralles

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