A estas alturas todavía no sabemos para qué se ha celebrado la mal llamada Conferencia de Paz o, quizás más ajustado, el foro de San Sebastián. Si nos atenemos a las conclusiones que reflejan los titulares de los medios, como puede verse también en Estrella Digital, podríamos llegar a la conclusión de que algunos de los “expertos” de renombre, como Gerry Adams o Kofi Annan, se podrían haber ahorrado el viaje a Donostia, salvo, claro está, que buscaran unas jornadas gastronómicas en los buenos restaurantes del País Vasco. Pero para eso hay muchos días en el año.
Está claro que la banda terrorista ha vencido a los demócratas –una vez más- pues se le ha dado la justificación necesaria y la coartada que querían para que no parezca que su final es su rendición. Hacerles ese juego a los terroristas puede entenderse de la llamada izquierda abertzale –es su papel- pero no del PNV y, menos todavía, del Partido Socialista de Euskadi, que de las casi 900 muertes tiene una buena parte entre sus filas.
Y si no están claros los motivos por los que los socialistas han “tragado” lo que resulta incompresible e inaceptable es la actuación del Gobierno de España que, en este asunto como en otros, ha mirado hacia otro lado y se ha mostrado incapaz, una vez más, de hablar claro a los ciudadanos y decirles cuál era su opinión al respecto. Hasta Rubalcaba se ha visto superado por la situación y, ante un nuevo problema de imagen, ha vuelto a esconderse como sucedió cuando se conocieron los datos del paro del mes de septiembre. Sus compañeros le han hecho un flaco favor ya que tampoco necesitaba este sarao. Al candidato socialista lo que más le debería preocupar, como al resto de los españoles, es la solución a la crisis. El fin de ETA –al que tanto ha contribuido el exministro del Interior- ha quedado por su proximidad en un segundo plano. Lo mismo da que ocurra antes o después del 20N porque, en modo alguno, beneficiará electoralmente al PSOE.
En cuanto al PP, salvo algunas inoportunas y extemporáneas excepciones, ha calibrado el momento dejando pasar por delante de su puerta un problema –el de la mal llamada Conferencia de Paz- en el que no ha participado ni ha ayudado a crear. Otra cosa, como parece que ocurrirá, es que tenga que gestionar la rendición de los terroristas.
Aunque los malos, y quienes les han ayudado en el foro de San Sebastián, hayan tratado de maquillar su derrota, lo cierto es que han perdido.
Lo preocupante es que, con estos gestos como los que hemos visto, algunos han dado alas y legitimidad política a las pretensiones de ETA.
Editorial Estrella