Este fin de semana en la Unión Europea se han llevado a cabo una serie de reuniones, que no sé por qué, recuerdan a los telemaratones. Reuniones de los Ministros de Economía y Finanzas del área Euro por un lado, y de la Unión Europea de los 27, por otro lado. También los Jefes de Estado y de Gobierno han tenido las suyas y además, por si fuera poco, éstos volverán a reunirse el próximo miércoles para tratar de llegar a algún acuerdo que arroje luz y esperanza sobre los problemas que todos los europeos estamos padeciendo. Cuanta saliva malgastada y qué baja productividad.
Tres eran y son los objetivos. El primero es qué hacer con Grecia, sobre cuya deuda se especula ya con quitas del 50 o del 60% y el cierre del rescate. El segundo, es que dadas las pérdidas que se van a producir en la banca europea, tenedora de deuda griega y de otras deudas soberanas en entredicho, proceder a su recapitalización, con el objetivo de garantizar su solvencia. Y tercero y ligado a lo anterior, quérior, quesu recapitalización, a hacer con el FEEF, Facilidad Europea de Estabilidad Financiera, más conocido por el Fondo de Rescate Europeo, para que sin aumentar su volumen actual de 440 mil millones de euros pudiera llegar a aportar fondos o garantías por valor de al menos un billón de Euros.
A la hora de escribir este artículo tan sólo se sabe que se ha pactado una recapitalización bancaria Europea de alrededor de 100 mil millones de euros. Es la cifra que han estimado necesaria para que determinadas grandes entidades bancarias tengan un ratio de capital de calidad del 9%. Para conocer los acuerdos alcanzados sobre el resto de objetivos tendremos que esperar casi con toda seguridad al próximo miércoles. Las reuniones europeas nos van recordando cada vez más el parto de los montes, y creo que hasta el miércoles no conoceremos al ratón.
A la hora de determinar las necesidades financieras de la banca, la Autoridad Bancaria Europea ha optado por el criterio de que la deuda soberana de Portugal, Irlanda, Grecia, España e Italia que tiene la banca en sus balances, sea valorada a precio de mercado en el momento de hacer los nuevos test de estrés. Hasta ahora se habían mantenido en los balances con el criterio de valoración de mantenidos hasta su vencimiento.
A mi modo de ver, valorar la deuda soberana de los balances a precios de mercado y ver sus deterioros aplicando una tabla rasa es una forma un tanto simplista de valoración que creo que se ha hecho para beneficiar a la banca alemana, de la que se habla poco y parece no estar en una gran forma financiera.
Si un banco posee deuda soberana no para negociar en el mercado en el corto plazo sino como inversión que se va a mantener hasta el vencimiento y además, no existen dudas sobre la capacidad de ese banco para mantener su inversión hasta esa fecha y tampoco existen dudas acerca de la capacidad de pago del deudor, tanto de los intereses como del principal, no puede considerarse la existencia de deterioro o minusvalía alguna de esa deuda.
Escribo esto último porque como español no tengo ninguna duda de que España va a pagar hasta el último céntimo de la deuda que tiene asumida y lo va a hacer no del maná sino con el trabajo y el esfuerzo de todos nosotros, es decir, que el problema español es de liquidez y no de solvencia. No hay dudas, al día de hoy, sobre la capacidad y voluntad de reembolso de la deuda del Reino de España.
Por tanto el criterio que se ha establecido perjudica, en mayor o menor medida, a la banca española, ya que el precio de mercado, hoy por hoy, es inferior al valor de emisión de la deuda y la intención es mantenerla hasta el vencimiento, no existiendo dudas hoy sobre nuestra solvencia.
Cabe preguntarse entonces por qué a la gran tenedora de deuda pública española que es la banca de este país, le van aplicar el criterio de valoración de precio de mercado, cuando puede no ser correcto.
A mi juicio sólo caben dos posibilidades, la primera es un acto de locura, poco probable, y la segunda es que aplicando ese criterio a toda la banca europea, la banca de Alemania que es tenedora de deuda alemana hasta el vencimiento, podrá poner de manifiesto la revalorización que ha experimentado en el mercado el bono alemán, cuyo precio se ha incrementado. De esa forma, en alguna medida, cubrirán el desaguisado de quita griega del 50 o del 60%. Es justo lo contrario de lo que sucede con la deuda española.
La conclusión que cabe sacar de todo ello es que poderoso caballero es Don Dinero y que el ratón que vamos a conocer el miércoles estoy seguro de que hablará un perfecto alemán.
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José Luis Martín Miralles