Resultan de lo más interesante los vídeos de los partidos para la campaña electoral. Y es que en esos vídeos se reflejan no solo los mensajes electorales sino los estados de ánimo.
El vídeo electoral del PP me recuerda al del PSOE en el 82. Todos los mensajes son positivos y las imágenes corresponden a gente sonriente que esperan confiadas el futuro. La imagen de Mariano Rajoy se entremezcla rodeado de ciudadanos, de militantes de su partido, viajando, a pie de calle. Visto el vídeo es evidente que los populares van de ganadores, que no dudan de su triunfo y por tanto no ven la necesidad de meterse con nadie, sino de hablar del concurso de todos para salir de la crisis.
El vídeo del PSOE es otro cantar. Es amargo. Vuelve al dóberman pero sin dóberman. Esta vez vemos a un niño repeinado y repelente de mano de su cuidadora. El niño, que ya se ve que va a ser un cavernícola de mayor y que militará en la derecha más extrema, pregunta a su cuidadora si tiene hijos, y cuando esta responde que sí, el pequeño monstruo responde que de esa manera cuando él sea mayor y tenga hijos podrán ser cuidados por la hija de su cuidadora. El mensaje me parece tan repelente como grotesco. Es un mensaje negativo, un mensaje de quien se sabe perdedor y busca desesperadamente remover a los votantes.
Como comprenderán, a estas alturas de mi vida yo no decido mi voto por los vídeos electorales, y supongo que nadie lo hace, pero son interesantes de ver por lo que les decía al principio, porque reflejan el estado de ánimo de los partidos.
Yo creo que Alfredo Pérez Rubalcaba está haciendo una buena campaña. Es más, creo que el vídeo no está a la altura de la campaña. El único problema que veo a la campaña del candidato es su soledad. Todo el peso lo lleva él y quizá le ha faltado presentar un equipo de primera donde los ciudadanos podamos visualizar quienes componen sus fuerzas y de quién echaría mano para gobernar en caso de ganar.
Independientemente de la valía del equipo de confianza de Rubalcaba, la verdad es que es difícil visualizar en ellos quién podría ser un ministro de Economía, o quién se encargaría de las Relaciones Exteriores, quién de la Sanidad o de la Educación. Y es que el candidato socialista le saca muchas cabezas de ventaja a quienes le rodean, a quienes ha presentado como su gente de confianza. De manera que parece que fuera de Rubalcaba realmente no hay nadie que ofrezca esa imagen de consistencia que los ciudadanos agradecerían habida cuenta de donde venimos y sobre todo de la que está cayendo.
Este es, me parece a mí, uno de los puntos débiles de la campaña de Pérez Rubalcaba. Desde luego el candidato socialista está haciendo un esfuerzo enorme por multiplicarse, por dar respuesta en todos los frentes, por cubrir todos los huecos y de ahí que resulte más evidente su soledad.
Cuando se mira al PP las cosas son diferentes, y ustedes mismos seguro que tienen su propia «quiniela» sobre quiénes pueden ser ministros, sin embargo nadie hace «quinielas» sobre quiénes podrían ser ministros en caso de ganar el PSOE. Eso sí, lo que nadie podrá negar a Rubalcaba es que está peleando sin descanso en esta carrera electoral, mientras que Mariano Rajoy va sobrado.
Saben, algunos dirigentes del PP van tan de ganadores que pueden terminar irritando a los ciudadanos. Por ejemplo, el otro día el exabrupto de González Pons llamando idiotas a los que puedan votar al PSOE ha removido a muchos votantes de sus asientos, y seguramente más de uno habrá decidido que visto como se las gasta el señor González Pons mejor seguir haciendo el «idiota» y volver a votar al PSOE que a un partido en que uno de sus dirigentes se permite insultar a quien no les vota. En realidad, la campaña está llena de intangibles y sutilezas y los aciertos y las meteduras de pata puntúan por igual. Menos mal que ya falta menos para el 20-N.
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Julia Navarro