A Mariano Rajoy le regalaron la semana pasada la noticia de la encuesta del CIS. Esta noche de lunes ha sido un debate.
Un debate que, en las horas previas a su celebración, casi todo el mundo daba por ganador al socialista. Muchos de los llamados analistas políticos aseguraban que Rubalcaba ganaría el “cara a cara” y Rajoy las elecciones.
Pues bien, la realidad, es que el líder del PP lo ha ganado todo y así lo certifican algunos estudios demoscópicos de urgencia.
Si tuviéramos que ceñir el análisis a términos pugilísticos –que no es el caso- observaríamos un papel equivocado que es el que ha representado Rubalcaba. El socialista ha llegado al plató del debate (al ring) atacando como ataca el aspirante a un título mundial, sabiendo que su única defensa era, en efecto, el ataque.
A medida que avanzaba el “combate”, como les suele suceder a los aspirantes, Rubalcaba se ha ido desinflando y si en los primeros asaltos parecía tener contra las cuerdas a Rajoy, pronto se ha visto que era pura efervescencia. Cuando el popular ha esquivado a golpe de cintura las embestidas ciegas del socialista, se ha visto claramente quién iba a ser el ganador.
Quien debía mantener el título, al final ha bajado los puños por agotamiento. Natural. Hay que agradecerle, no obstante, que no tirara la toalla, pero ha habido un momento en que ha estado a punto de hacerlo: cuando Rajoy le ha preguntado: ¿Cómo me puede hablar usted de desempleo?
Ahí ha quedado claro quién era el aspirante a la presidencia del Gobierno de España y quien el ganador.
Editorial Estrella