domingo, noviembre 24, 2024
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Un debate a dos tiros

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La campaña se jugaba a un solo tiro en televisión. Rubalcaba sólo tenía una bala: movilizar a la izquierda indecisa y desconfiada con el miedo a la derecha. A Rajoy le bastaba con un tiro: el miedo a la crisis. Los dos esquivaron al otro, el candidato popular con mortero bombardeando las miserias del gobierno de Zapatero. El socialista apuntando con precisión a los resquicios del programa del PP.

Un debate con un candidato huyendo respuestas y compromisos. El otro intentando escapar de la responsabilidad de un gobierno desprestigiado. Rubalcaba ha preguntado a Rajoy durante todo el debate por sus planes, algunos expresos en su programa electoral. Rajoy se ha equivocado llamando dos veces Sr. Rodríguez a Rubalcaba. Más que un error, una estrategia que ha puesto en el centro del debate al gran ausente, el presidente que deja el poder con cinco millones de parados, la clave del cara a cara. 

Pero ninguno de los contendientes ha escuchado a la gente que los últimos meses ha salido a la calle en apoyo de la indignación contra la peor versión de la política. La que reflejó ayer un debate de acusaciones y escapismo. Rubalcaba de un pasado del que nadie le va a permitir desprenderse. Rajoy de un compromiso con la ciudadanía con un programa claro, no con vanas promesas que gran parte de sus gobiernos, autonómicos y municipales, no cumplen. 

Programa, programa. Rubalcaba eligió el flanco débil de Rajoy: conseguir que se defina, algo de lo que huye permanentemente un político acostumbrado a esperar hasta que las cosas se solucionan sin su participación directa. El líder del PP planteó un programa de enmienda general a las políticas de los gobiernos de Zapatero. El candidato socialista llegó con el programa del PP subrayado para demostrar que ni Rajoy sabe precisar sus muchas ambigüedades.

Un debate duro, con tensión. Menos acartonado que el anterior de Rajoy con Zapatero. Rubalcaba le robó la agenda a los pactos predebate y a Manuel Campo Vidal, un moderador generoso que dejó a los candidatos zafarse en las esquinas del ring. ETA sólo apareció al final, con Rubalcaba volviendo a marcar agenda. Rajoy se resistió a permitirle ni una migaja de victoria y se refugió en los papeles que leyó todo el debate para volver a recordar la crisis y sus taumatúrgicas promesas. Nos quedan ganas de oír a otros políticos con otra política.

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Juan Varela

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