Uno de los detalles que primero salta a la vista es que los dos candidatos tienen barba. Podemos asegurar, por tanto y es la primera vez que sucede, que el próximo presidente del Gobierno será barbudo. Un detalle curioso.
Y puestos a resaltar detalles hay que destacar la coincidencia en el color del traje y las corbatas, aunque Rajoy algo más oscura. En las camisas no coincidieron como en tantas otras cuestiones. Rajoy eligió el color blanco y Rubalcaba el azul.
El análisis del debate habría que empezarlo por el final que fue cuando ambos candidatos acercaron sus posturas e incluso el popular dijo coincidir con el socialista. Se escuchó la palabra acuerdo que en un cara a cara electoral tiene mérito.
En los otros dos bloques, mucho más representativos del debate cotidiano, como son la economía y los servicios sociales, ámbito en el que D. Alfredo se esfuerza en interpretar las palabras de D. Mariano, hubo más enfrentamiento y discrepancia.
En algunos momentos Rubalcaba se convirtió en otra cosa a la que nos tiene acostumbrados. Un hombre al que siempre se le atribuye claridad en sus exposiciones se le ha visto más crispado que de costumbre, interrumpiendo al otro candidato y evitando que se le escuchara con claridad. Quizá pecó de novato como candidato mientras que a Rajoy se le notaron las tablas de haber celebrado otros programas de este tipo. Al líder del PSOE le faltó su claridad habitual y su seguridad. Incluso echamos de menos sus habituales gestos, esos que tanta credibilidad destilan. Se empeñó en preguntar machaconamente a su interlocutor en demanda de respuestas y mostrando una desconfianza más próxima a un interrogatorio que a una campaña electoral. Interpretó de forma constante el programa popular y atribuyó a Rajoy actuaciones de gobierno que Rajoy negó. El líder popular dijo conocer a su adversario político, como muestra de desconfianza.
De ahí que el candidato aseguró, en más de una ocasión, que no es como Rubalcaba y que llevará a cabo lo que anuncia y no lo contrario como ha hecho su adversario en el gobierno al que ha pertenecido en los últimos años.
En muchos momentos del debate daba la sensación de que Rajoy estaba siendo examinado por la preguntas constantes que le dirigía su adversario. Preguntas a las que una veces contestaba y otras no, utilizando esa habilidad que se le atribuye a los gallegos.
El candidato del PP rectificó las palabras del socialista que definió la crisis como un contagio internacional, para discernir lo que ha sido un problema general y la mala gestión de ese problema en el interior de España. Ofreció cifras del paro en los países de nuestro entorno y la evolución en España por culpa de una política económica errónea. Aseguró que se han hecho cuarenta y un debate de economía correspondientes a otras tantas medidas y todas ellas provocadas por el desorden que ha habido en el gobierno en esta materia.
Rubalcaba quiso que su interlocutor se comprometiese a retirar su recurso al Tribunal Constitucional sobre el matrimonio homosexual pero no lo consiguió.
Seguramente el debate pasa sin modificar voluntades más allá de si lo ha ganado uno o el otro, según seguidores de un ambos partidos. Por lo que hemos visto, Alfredo Pérez Rubalcaba no se ha parecido al que estamos acostumbrados a ver, quizá porque es la primera vez que se presenta como candidato, mientras que Mariano Rajoy ha modificado menos su habitual imagen.
Todo queda pendiente para el 20 de Noviembre.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
Pedro Fernández