Tras el debate, el 20-N se acerca más velozmente todavía. Ahora los españoles conocen mejor a los dos grandes candidatos y disponen de más elementos de juicio para la toma de su gran decisión en las urnas. En estos días se trata de corregir el efecto bipartidista del encuentro nocturno del lunes y prestar atención al debate plural del miércoles en TVE y de organizar otros encuentros también plurales, de manera que aquí todo el mundo tenga la oportunidad de mostrar sus proyectos y contrastarlos en los grandes medios de comunicación de masas. Eso y una buena utilización de la red pueden contribuir a que las elecciones del día 20 de este mes sean más democráticas, más justas y más propias de un país moderno. La verdad es que el mitin tradicional se va quedando obsoleto, por muy entrañable y cercano que nos parezca. El mitin vale para fortalecer el ego de los candidatos y los partidos pero cada vez sirve menos para transmitir a los millones de ciudadanos los mensajes completos y razonados de las propuestas de cada formación política.
Ahora necesitamos que se preste más atención a los partidos y grupos minoritarios, incluso a los que concurren por primera vez a unas elecciones. Porque uno de los grandes errores de nuestra democracia ha sido precisamente la inoculación masiva de bipartidismo en estado puro, que es una manera muy eficaz de engañar a los españoles y de perfilar una estructura política muy alejada de la realidad. España es un país demasiado variado y rico como para encorsetarlo o atenazarlo entre los brazos de los dos monstruos. Es absurdo tirar por la borda la riqueza de matices que adorna a España y a sus territorios. Estamos un poco ante la vía marcada por los indignados del movimiento 15M y otras iniciativas ciudadanas, todas las cuales deberían esforzarse en convertirse en vehículos de transporte hacia el futuro de sus propias aportaciones tan enriquecedoras en los pasados meses. Quiero decir que deben ser algo más o mucho más que organizadores de manifestaciones y acampadas.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
Pedro Calvo Hernando