Permitanme ir paso a paso porque «el debate», el esperado debate, ha tenido miga, mucha más de la que se esperaba. Para empezar, Alfredo Pérez Rubalcaba entró nervioso en el plató de la Academia de Televisión. Las cámaras de televisión a veces parecen capaces de reflejar el alma y, desde luego, los estados de ánimo. No es de extrañar que Pérez Rubalcaba estuviera cuanto menos inquieto. Las encuestas son unánimes: le dan como perdedor en las elecciones y no solo eso, incluso auguran los peores resultados que el PSOE va a obtener desde la instauración de la democracia.
Mariano Rajoy entró tranquilo, o al menos eso aparentaba, seguramente confortado por los augurios de las encuestas que le dan como ganador.
Ahora, si me preguntan que quién ganó el debate mi respuesta es que Pérez Rubalcaba no lo perdió. Es más, consiguió claramente su objetivo: demostrar a los ciudadanos que los modelos del PSOE y del PP son bien distintos, y que el PSOE garantiza el mantenimiento del Estado del bienestar. Y, una vez tranquilizado, también demostró su dominio de las «tablas» acorralando a su rival haciéndole preguntas que éste evitaba como si de un campo de minas, que lo eran, se tratara.
Otra virtud de Rubalcaba: tener un discurso bien estructurado, interiorizado, aprendido, amén de su extraordinaria capacidad para exponerlo sin tener que leerlo, lo que aumentaba la convicción de sus palabras.
Yo creo que Alfredo Pérez Rubalcaba ha conseguido algo importante en el debate, que ha sido volver a conectar con el electorado de izquierdas, progresista, ese electorado desencantado, harto del gobierno Zapatero. Pero ¡ojo!, conectar no es convencer, porque el quid de la cuestión es que aunque la letra y la música de Pérez Rubalcaba sea totalmente del gusto del electorado progresista otra cosa es si a estas alturas tiene suficiente credibilidad o no. Eso sí, Rubalcaba se comprometió definiendo claramente su programa, los pasos concretos que daría en caso de ser presidente. Creo que su intervención, sobre todo, sirvió para remover la conciencia de ese electorado que venía votando al PSOE. Claro que llama la atención de cómo es posible que el suyo sea un programa radicalmente distinto en materia económica al del gobierno Zapatero, del que él ha formado parte hasta hace unos meses. Dicho sea de paso, yo prefiero el programa de Rubalcaba al programa de Zapatero. Lo cierto es que en algún momento Rubalcaba logró desconcentrar a Mariano Rajoy. La cámara lo mostraba.
Eso sí, Mariano Rajoy mantuvo el tipo sin perder los papeles. Ofreció una imagen de político moderado, invitando a los votantes, a los suyos y a los que no lo son, a que le acompañen para lograr un cambio que saque a España de la crisis. No definió ninguna de las políticas que piensa hacer en caso de ser presidente, solo nos dejó unos cuantos enunciados de buenas intenciones, de manera que logró evitar despertar recelos en ese electorado de centro que es a la postre quien decide el color del Gobierno.
Rajoy hizo un alarde de sensatez, de político que puede llevar el timón sin provocar sobresaltos y, por lo tanto, en el que se puede confiar. En mi opinión, Mariano Rajoy cometió un error (no sé como se lo permitieron sus asesores de imagen) que fue leer sus intervenciones, porque eso restaba rotundidad y consistencia a sus palabras. Y es que si a estas alturas de su vida política no es capaz de enunciar qué piensa hacer si gobierna, sin necesidad de leerlo en un papel, es que mal anda.
Pero tampoco sería cierto decir que Rajoy perdió el debate. Yo creo que los suyos, sus votantes, se quedaron encantados, y que en el electorado centrista tampoco defraudó. Esto no significa que Rajoy ganara el debate, ni mucho menos, sobre todo porque no olvidemos que Rubalcaba entró como perdedor y según avanzaba el debate se fue creciendo y creciendo hasta, como decía antes, zarandear a ese electorado que está deshojando la margarita para decidir si vuelve a dar una oportunidad al PSOE o le da la espalda.
En mi opinión, Rubalcaba hizo un buen debate, un debate eficaz y que cumplió con creces todas las expectativas que podía desear. Lo que no sé es si eso se va a traducir en votos o sencillamente en parar la sangría de votos que le anuncian las encuestas.
¡Ah! y me parece una exageración el como se han vivido los prolegómenos del debate como si se tratara de un acontecimiento excepcional cuando es simplemente parte del ritual de la democracia. Como me parece un despilfarro que el montaje del debate haya costado más de medio millón de euros cuando TVE tiene platós excelentes, independientemente de que fuera la Académica de TV quien se encargara de la organización y puesta en escena del debate.
Yo resumiría diciendo que Rubalcaba entró como perdedor y salió con la cabeza alta y que Mariano Rajoy salió lo mismo que entró.
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Julia Navarro