Programa frente a gestión. El quinto cara a cara electoral de la democracia se resume en el marcaje con el que Rubalcaba forzó a Rajoy a destapar su programa oculto. Como respuesta, Rajoy lanzó los terribles datos que deja la realidad tras la gestión del Gobierno de Zapatero, con el énfasis en la confusión de llamarle Rodríguez Rubalcaba. El candidato socialista, empeñado en difundir el programa del otro, no explicó el suyo. Y la distancia insalvable del CIS jugó en su contra, porque al decir “esto es lo que usted hará” proyectaba a Rajoy aún más en el futuro, es decir, en Moncloa. Hubo puntos a favor y en contra de cada uno. Rubalcaba hizo lo que pudo, pero ganó Rajoy, según los barómetros de los medios, dejando sin contestar cuestiones clave ¿Qué hará con los subsidios por desempleo y el matrimonio gay?.
Aunque lo más sustancial no es el debate ni el triunfo. Lo importante son ellos. Un encuentro que cada vez más gente ve caduco, donde no hablan de lo que la mayoría de espectadores quiere y se alejan de las múltiples sensibilidades políticas de este país. 2011, el año más crítico para el bipartidismo, señala la pluralidad como asunto pendiente. El duelo, por sobrio, sale carísimo, medio millón de euros. Y si se cumple el pronóstico del CIS, las urnas premiarán con escaños a más partidos que nunca. Porque la consecuencia lógica de un Rubalcaba-Rajoy es la exclusión de «debates reales» que ellos, queriendo o sin querer, dejan en el ángulo ciego. Por ejemplo:
Izquierda Unida, con un pronóstico de 8 escaños, habría hablado de cómo legislar la dación en pago. Sólo entre abril y junio, más de 16.000 personas perdieron sus casas. Con una audiencia de unos doce millones de espectadores, hay familias que se habrán quedado con ganas de saber qué harán. CiU podría conseguir unos 13 escaños. Según Duran i Lleida, se excluye y margina a Cataluña. Si hubiéramos visto al candidato de CiU, o a ERC e ICV-EUiA, habrían incorporado asuntos suyos que afectan al resto del Estado, como el pacto fiscal. El PNV y Amaiur, con 3 posibles asientos cada uno, habrían hablado de la convivencia en Euskadi y el desarme de ETA tras el cese de la violencia.
EQUO, con 1 posible escaño, hubiera puesto sobre la mesa la ley electoral y cómo mejorar la democracia. Para Inés Sabanés, su número dos, “no es tiempo de debates pactados, bloqueados, blindados”. “Qué poquito espacio nos dejan para dar a conocer al PACMA”, decía la noche del debate su portavoz Silvia Barquero en Twitter. Una hora antes, en un puesto del PACMA pedían el voto en la Gran Vía esquina con el edificio de Telefónica. Un cartel apoyado en una farola con la foto de un cachorro caía al suelo con el viento. Luis Víctor Moreno, en las listas al Senado, con un megáfono y un Ipad para mostrar el video de campaña, decía ilusionado: “Nos presentamos en 47 provincias, una más que el PSOE”. La coalición Compromis ve a los candidatos tal para cual. «Mismas corbatas, mismos ex ministerios», dice su portavoz Enric Morena. «La calidad democrática tiene que ver con este debate falso. Qué hacemos con la participación ciudadana, las energías, la economía verde, los gastos duplicados del Estado, la financiación municipal, la transparencia de los altos cargos, etc.” explica. UPyD, con tres posibles escaños, opina igual.
De regenerar la política, el 15M, la corrupción y las posibles leyes para frenarla, la Iglesia, los paraísos fiscales, la cooperación internacional, etc., etc. ni palabra. Y de crisis real, más del mismo silencio. ¿Qué hará el próximo presidente de España si la Unión Europa presiona como a Grecia y a Italia? ¿Qué harán cuando su futuro político cotice en bolsa? ¿Cómo es posible que no profundizaran en los mercados, el sistema financiero, en soluciones eficaces para disminuir la cifra maldita de los cinco millones?
Qué sacaron los ciudadanos del debate o si hay más elementos para tomar una decisión de a quién votar es algo que debe valorar cada votante. Pero centrarse sólo en los partidos que pueden formar gobierno, en detrimento de la representación, es equiparable a reivindicar privilegios sólo para los ricos. Aún más, en una sociedad que se comunica de manera horizontal, Rubalcaba y Rajoy no deberían negarse a debatir mandando a otros portavoces cuando hay más formaciones que las suyas. El debate a cinco en TVE no tendrá la misma audiencia, seguro. Aunque apostaría, ahora que podemos medirlo todo, a que la palabra ciudadano se pronuncia más veces. Ya compararemos.
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Pilar Velasco