La banda terrorista ETA ha vuelto a hablar. Ya actúa como Pedro por su casa. Su medio de comunicación les ha hecho una entrevista con total impunidad y, en ella, ha dicho lo que le ha dado la gana. Aquí ya todo vale.
Y, como todo vale, ETA continúa en esa campaña de igualar víctimas y verdugos. Y lo malo es que ya hay quien empieza a tragárselo. Porque aquí de lo que se trata es de que no haya vencedores y vencidos. Los terroristas lo único que quieren es salvar la cara. Y, para ello, se permiten ensuciar la palabra libertad cuando la mencionan o se ponen medallas que huelen a muerte.
Como siempre, con esta entrevista dan un pasito más. Y, esta vez, plantean su desarme en el marco de una negociación directa con el Estado en la que se deben abordar, entre otras cosas, el acercamiento de los presos, el regreso de los terroristas huidos y la salida de las fuerzas de seguridad del País Vasco y Navarra. O sea, parte de la Alternativa KAS. Como si aquí no hubiese pasado nada. Y dicen, sin pudor, que su modelo de negociación estaría basado en «tres temas principales: la vuelta a casa de todos los presos y exiliados políticos vascos, la inutilización de las armas de ETA y la desmilitarización de Euskal Herria». Un cachondeo, vaya.
Aquí lo que hay que hacer es que la Fiscalía del Estado abra diligencias para comprobar si esta entrevista incurre en el delito de colaboración con banda armada y, desde luego, instar una investigación para ver si es posible detener a estos terroristas tan descarados.
Esa es la única respuesta que hay que dar a la entrevista. Que aquí lo único que ha habido es terrorismo en estado puro y con los terroristas solo cabe su detención y su puesta a disposición de la justicia.
Lo demás será hacerles el caldo gordo.
Pinocchio