Es decir: vamos a tener un presidente mediopensionista como mucho, ya que la intención es ser externo y por lo tanto almorzar en casa que la tiene muy cerca. Nada de ser interno y dormir en el “cole”. Eso ni pensarlo.
Don Mariano es un funcionario: Registrador de la Propiedad. Con todo lo tradicional que eso conlleva. Una de las obligaciones que tiene un funcionario, como los presos en guerra, es escaparse a la mínima oportunidad. Es un arte que admiro ya que ha alcanzado niveles sublimes. A las 11 a.m., pueden irse al Corte Inglés, a tomar café o a ese concepto amplio que se llama “hacer recados”. Lo que sea. Pero la primera condición es intentar no estar localizable en determinados momentos, precisamente cuando al jefe (que generalmente es un político novato en lo de la función pública) le da un ataque de histeria y por ello precisa más de su presencia. A eso se le llama calidad de vida y preservar la salud mental.
Comprendo por ello que un funcionario requiera momentos de intimidad. Si no los tuviera dejaría de cumplir bien su función. Tranquilidad para leer el Marca, tomar café o un “caldito” y fumar un cigarrillo o incluso un puro ya que ahora no les dejan hacerlo en su puesto de trabajo. Estos comportamientos, sin duda, producen serenidad para mantener la compostura necesaria ante el resto de la alterada sociedad española.
Vivir en el propio lugar donde se trabaja proporciona pocas posibilidades al llamado “escaqueo” que, pese a su mala fama, contiene aspectos positivos: el principal es mantener cierta distancia ante las urgencias cotidianas y permitir un mínimo de reflexión y respiro. Lo mejor en estos casos es tener cerca el auténtico hogar para permanecer incomunicado, leer la prensa deportiva y tomarse el citado caldito de las 11 a.m., que como en casa de cada uno no lo sirven en ningún lado.
Convendría que alguien le hiciera llegar a la señora Merkel una información detallada sobre nuestras costumbres más íntimas y ancestrales. Así no se llevará sorpresas cuando presa de ira ordene localizar al señor Rajoy como sea. También deberían ilustrarla en que estas previsibles ausencias no van contra la llamada competitividad o laboriosidad. Es un problema de ritmo y deberá entenderlo. Cualquier cosa antes que poner tenso a Don Mariano. Hasta ahí podríamos llegar.
Así pues si finalmente se matricula como mediopensionista, yo le aplaudiré. Nos lo ahorraremos en calefacción, electricidad y otros varios que se han puesto en un pico. Además ya sabremos que de 11 a.m. a 11’45 a.m. no ocurrirá cualquier urgencia o desgracia. Estaremos muy tranquilos. Dispuestos a degustar un pincho de tortilla. Eso sí: que sea española.
Hasta la próxima semana.
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Paco Fochs