Al PP no le gusta la sátira y ni la parodia. La fama y la imagen de los políticos son de cristal, más en campaña electoral. Mariano Rajoy y su equipo la han emprendido contra @nanianorajoy, un perfil de Twitter creado para satirizar al candidato conservador. Twitter, diligente, se ha apresurado a censurar la página aludiendo usurpación de identidad, una disculpa tan estúpida como antidemocrática. Si Aristófanes o Quevedo hubieran tenido que lidiar con semejantes timoratos no nos quedaría el retrato agudo de su época. Con tales abades los aplicados monjes escribanos no hubieran podido dejar entre sus piadosas glosas el humor que no sólo es patrimonio de la inteligencia, sino también de la libertad.
El PP se equivoca censurando internet. Primero, porque revela muy poco aprecio por las libertades que tanto enarbola como gallardete electoral. Pero también porque la reacción en las redes sociales –la etiqueta #freenaniano o el clon @nanianorajoy2– vuelve la censura en contra del censurador y atrae mucha más atención.
Tan preocupante como la falta de cuajo democrático del PP es la privatización de los nuevos espacios públicos. El control y censura 2.0 de empresas como Facebook o Twitter. Ambas sentencian y censuran sin juicio ni defensa posible. Pasó en las elecciones de mayo con la página de Democracia Real en Facebook y acaba de ocurrir en Francia al semanario Charlie Hebdo tras el incendio de su redacción por su sátira sobre el partido islamista tunecino.
El control 2.0 deja a los ciudadanos sin derechos ni juicio. El nuevo espacio público de las redes, recortado por las opiniones arbitrarias y a menudo timoratas de empresas sin control social ni de sus usuarios cuando su riqueza está en los contenidos, el pensamiento y las palabras del público convertidas en páginas y relaciones.
El humor y la parodia son más importantes para la democracia como nuestra santificada Constitución. Desafían al poder desde el principio de los tiempos y son el mayor estímulo para el pensamiento crítico de los ciudadanos. Como el premio nobel Harold Pinter nos recordó, “el lenguaje se usa hoy para mantener al pensamiento en un aprieto”. El lenguaje político sólo busca el poder. Mariano Rajoy lo cimenta a base de silencios prolongados y a la repetición de eslóganes que no admiten parodia. Quizá @nanianorajoy le provocara dudas en su propio discurso.
A Twitter, Facebook y demás oligopolios digitales es hora de recordarles que tan importante como garantizar la privacidad es la libertad. Y no se puede recortar con arbitrariedad, sin control legal y democrático por mucho que el espacio público sea cada vez más privado.
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Juan Varela