domingo, noviembre 24, 2024
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¿Quién manda aquí?

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Lucas Papademos y Mario Monti tienen algunas cosas en común: ambos han trabajado para Golmand Sachs y también han desempeñado cargos importantes en la Unión. Tienen otras similitudes como la de ser considerados dos tecnócratas capaces de trabajar con la derecha y la izquierda indistintamente, haber sido captados por los mercados «como jefes de gobierno de sus respectivos países, e incluso que sus conciudadanos les vean como su tabla de salvación para afrontar la crisis.

Pero la elección de estos dos hombres para hacerse cargo, respectivamente, de los gobiernos de Grecia e Italia resulta cuanto menos inquietante.

Ninguno de los dos estaba en la política activa, ni militando en ningún partido, y ambos llegan a la jefatura del Gobierno a través de mecanismos de pura ingeniería política. Es decir, detrás de ellos no están directamente las urnas. Y eso significa un fallo del sistema democrático que nos debería de producir cuanto menos inquietud.

Desde que se desató la crisis financiera hemos visto como son los «mercados» quienes marcan las reglas y mandan sobre gobiernos y ciudadanos. Ya lo he escrito en alguna otra ocasión: tenemos una generación de políticos, por lo menos en esta parte del mundo que llamamos Occidente, que están resultando incapaces de que sea desde la política desde donde se establezcan las reglas de juego en vez de desde los mercados. Esto resulta peligroso porque podemos desembocar en una especie de neofascimo. Por supuesto no me estoy refiriendo a un fascismo a la vieja usanza, sino con formas nuevas y más sutiles que pasan por una dictadura del mercado envuelta en tecnócratas con prestigió.

La elección de Monti y Papademos es una evidencia del fracaso de la política y eso debería de encender todas las alertas, independientemente de que en Italia se haya respirado con alivio por la dimisión de Berlusconi, un personaje histriónico incapaz de tener el respeto de sus conciudadanos ni tampoco de sus colegas políticos, o en el caso de Papandreu porque este había perdido la confianza de Merkel y Sarkozy simplemente porque no estaba dispuesto a pedir más sacrificios a los griegos sin al menos preguntarles directamente si estaban dispuestos a ello.

Nos dicen que la elección de Monti y Papademos es una medida excepcional ante una situación excepcional, pero en democracia no hay excepcionalidades. Las crisis políticas se resuelven en las urnas. Además, si estamos padeciendo una crisis económica de una dimensión inimaginable es a causa de la desregulación del mercado, de haber puesto en práctica la idea de que el mercado debe de campar por donde le venga en gana sin ningún límite. Pues bien, ahora sufrimos las consecuencias y sin embargo los políticos, nuestros políticos, se encogen incapaces en vez de tomar las riendas y plantar cara a quienes especulan con el bienestar de los ciudadanos.

En mi opinión resulta inquietante que desde los «mercados» se tumben gobiernos colocando en su lugar otros gobiernos más de su gusto. No digo que el señor Monti o el señor Papademos no tengan méritos suficientes para ser Jefes de Gobierno de sus países, digo que sus nombramientos deberían de ser resultado de las urnas, independientemente de que ambos sean más o menos capaces de sacar a sus países del atolladero y de paso rebajar la tensión en la zona euro. Pero la elección de Papademos y Monti tiene un carácter demasiado excepcional para que podamos estar satisfechos.

O los políticos son capaces de cabalgar sobre el tigre en que se ha convertido el mercado o el tigre nos devorará, y de los políticos de ahora mismo será la responsabilidad.

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Julia Navarro

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