Es cierto que lo que ha intentado Alfredo Pérez Rubalcaba en esta campaña electoral era muy difícil. La desastrosa gestión del Presidente Zapatero y de su Gobierno del que, curiosamente, Rubalcaba era Vicepresidente, resultaba muy difícil de justificar. Siempre y cualquier cosa que dijese, Alfredo iba a tener la misma respuesta en forma de pregunta. ¿Y eso por qué no lo hicieron cuando gobernaban?
Pero si las cosas estaban complicadas, Rubalcaba y su equipo de asesores, entre los que destaca la aparentemente poderosa Elena Valenciano, se han equivocado a la hora de montar la campaña. Es más, creo que han hecho una campaña muy poco trabajada. Lo suyo ha sido ir de ocurrencia en ocurrencia como si lo que se estuviese jugando el PSOE fuese que Rubalcaba llegase a ser Delegado de Curso en la Facultad de Ciencias Químicas de la UCM.
La última ingenuidad ni siquiera llega a ser propia de ese juego. Lo de ir de pueblo en pueblo, como los viejos titiriteros (de aldea en aldea, decía Serrat, ahora que Sara Carbonero lo ha puesto de moda), no llega ni a ocurrencia porque, escasamente, llegue a ser algo de primero de Comunicación Social. Pero allá la aparentemente poderosa señora Valenciano no voy a ser yo ahora quien le diga que esa campaña ya era vieja en los años veinte del Siglo pasado.
En cualquier caso, el mayor error que ha cometido el señor Rubalcaba es ir a disputarle votos al señor Rajoy. Ese ha sido su mayor error, porque sus electores no estaban en el centro o en la derecha sino en la izquierda de la izquierda. Los únicos votos que podían evitar la debacle que se le viene encima eran esos votos. Rubalcaba tenía que haberse dedicado a evitar la sangría de votos que estaba perdiendo por la izquierda. Tenía que haber dedicado toda su campaña a evitar que la izquierda de la izquierda, que le había dado la presidencia a Zapatero, se fuese hacia IU, Equo, etc. Partidos que defienden postulados ideológicos muy de izquierda.
¿Es que nadie le dijo que la Ley D’Hont castiga esa división del voto?
El problema es que este error de don Alfredo no sólo le va a costar una debacle electoral importante sino que le va a costar su carrera política.
Pinocchio