No sé muy bien por qué jugó ayer la Selección Nacional de Fútbol en Costa Rica, aunque me dicen que hubo una razón de dos millones de euros. Es igual. Aunque así fuera, dos millones de euros es muy poco para pagar el ridículo que hizo.
Yo no sé si los jugadores de la selección son conscientes de lo que significa ponerse esa camiseta con el escudo nacional bordado a la altura del corazón. Creo que no. Creo que no saben lo que representa para la inmensa mayoría de los españoles. Ellos se la ponen sin ningún tipo de emoción. Como el que desayuna un bollycao.
Pero esa camiseta, en el momento que la máquina le puso el escudo, significa España. Es así. Y así pasa y así lo reconocen todas las naciones del mundo y todos sus ciudadanos. Y ya va siendo hora de que aquí también se reconozca como tal. Que ya está bien de eufemismos y de cogérnosla con papel de fumar para no molestar a nacionalistas casposos y progres de Audi y EREs falsos.
Si habremos perdido la cabeza que hasta nos hemos inventado lo de La Roja (robándoselo a Chile, por cierto) para no decir la palabra España.
Ayer, esos jugadores que representaban a España no estuvieron a la altura de todo lo que significa. Y jugaron con desgana. Y con apatía. Y con indolencia. Soberbios. Despreciando a un equipo cien veces inferior y haciendo el ridículo.
Pero lo que no saben es que no hicieron el ridículo a nivel individual, cosa que me daría igual, lo grave es que lo hicieron en nombre de España. Y eso no es de recibo.
Y menos, cuando España necesita una inyección de moral.
Pinocchio