El problema principal de mentir a los demás es que para ser convincente hay que llegar a creerse uno mismo parte de la mentira. Necesitamos una coartada psicológica para lograr la aprobación íntima, pero el peligro que lleva consigo tal superestructuración mental es que terminamos por engañarnos a nosotros mismos.
A Alfredo Pérez Rubalcaba le dieron un caballo enfermo para la carrera, pero le aseguraron -y posiblemente él mismo se animó a creérselo- que la enfermedad se iría curando con el paso del tiempo, y el caballo se pondría muy contento, a medida de que fuera mejorando, aunque fuese levemente, el estado de la pista. Pero ha sucedido todo lo contrario. La última semana ha sido devastadora, y no ha habido jornada en la que no se produjera una noticia demoledora, con lo que la situación para el candidato ha sido siempre peor que ayer, pero mejor que mañana.
Dice Manolo Alcántara -uno de los pocos poetas que gustan del boxeo- que cuando uno de los púgiles no hace otra cosa que fajar en un rincón, y se constata que lo único que aparece como virtud es la voluntad de la resistencia, comienza a aparecer la piedad por el castigado y a desaparecer la belleza de la pelea.
Se prolonga una semana más esta larguísima campaña electoral, que oficiosamente se inició en mayo, y al llegar a las urnas nos hubiéramos encontrado con el cobrador del frac del Banco Central Europeo. Elena Salgado sólo se equivocó en un 40% respecto al crecimiento económico y pagamos los intereses más altos de la Historia. España es una ruina. Hoy mucho más que antes del verano. Y no sabemos si la cantada derrota del PSOE va a ser dulce pero la previsible victoria del PP va a ser bastante amarga.
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Luis del Val