¿Qué les pido a quiénes vaya ahora a gobernar España? Tres cosas:
-Que se dejen de hacer tonterías.
-Que se eliminen las tonterías ya hechas.
-Que se hagan cosas nuevas.
Lo primero. En ocho años de gobierno, el Presidente Rodríguez Zapatero y sus colaboradores han llevado a cabo una verdadera multitud de tonterías, palabra suave que uso en lugar de otras muchas posibles. Algunas de tales “tonterías” son errores en el campo de la técnica, como por ejemplo la política económica; otras son barbaridades en el terreno de la justicia, como por ejemplo sostener que es un derecho de las madres el dar muerte a sus hijos no nacidos; otras son equivocaciones en el ámbito de la política exterior, como por ejemplo arruinar el papel internacional de España; otras son batacazos en política interior, como por ejemplo permitirles a las Comunidades Autónomas unos despilfarros despampanantes; otras son jugar con fuego en relación con la seguridad en todos sus órdenes, como por ejemplo sentarse en pie de igualdad a dialogar con los asesinos; otras -sin agotar la serie- afectan a nuestro futuro a largo plazo (lo que tiene muy mala enmienda, la peor enmienda de todas, porque ahí ya no cabe la marcha atrás), como arruinar la educación y lanzar a la vida a una generación de jóvenes faltos de la preparación más elemental.
Quién sabe cuantos años nos quedan por sufrir las nefastas consecuencias de todo esto. Y lo primero que hay que pedir a los nuevos gobernantes, a quienes sean, es que ni una tontería más. Que se lo piensen dos veces, pero que España no puede seguir siendo un juguete para experimentos trágicos, ignorancias culpables y disparates irrazonables.
Ahora viene lo segundo que hemos de exigir a quienes vayan a detentar el poder: que eliminen las tonterías ya hechas. Digamos, para ser lógicos: que lo hagan en toda la medida de lo posible. Las leyes se sustituyen con otras leyes; los decretos se derogan con otros decretos. Y eso, en muchos temas, se puede hacer de inmediato y hay que hacerlo de inmediato. Hay errores a enmendar lentamente, aunque desde un primer momento deben darse muestras de estar en el buen camino; tal es el caso de la economía. Pero ¿cuánto tardó Zapatero en cambiar la política internacional, en modificar las leyes educativas, en endulzar las relaciones con el terrorismo, en anunciar que se tragaría lo que las Comunidades Autónomas quisieran, en facilitar el aborto? Sígase en esto su ejemplo. Los votantes que ahora apoyen un cambio político no lo harán para sentarse a esperar.
Y lo tercero: emprender una política nueva, ilusionante y eficaz, en los muchos campos que Zapatero ha dejado en barbecho, o en los que se ha movido en dirección contraria, para despeñarse o estrellarse, en lugar de emprender el camino que el saber, la prudencia y la competencia le exigían. Éste sí es el espacio de la economía, del paro, de la austeridad, del despilfarro, del control, de la creación de empresas y del estímulo de la inversión. Por supuesto, no es el espacio de las demagogias tan simplistas como la de que paguen los ricos, sino el del esfuerzo común, con trabajo para todos y responsabilidades, adecuadas a cada uno, para todos. Aquí hay pasos a dar de forma inmediata: desde suprimir cargos innecesarios, gastos suntuarios, jubilaciones escandalosas, sueldos fantasmagóricos, corrupciones flagrantes, hasta coordinar nuestra política económica con la europea. Meter en la cabeza de “todos” los españoles que no sólo no se puede gastar más de lo que se tiene, sino que ahora nos llega un tiempo, y no corto, de ahorrar, de capitalizar, de sacrificarse y de vivir muy, pero que muy austeramente.
Pero sería un error limitarse a esto, partir de la base de que a los españoles sólo nos preocupa la economía y con arreglarla es suficiente. Ojo, no hacer tonterías en otros terrenos, y suprimir las ya hechas, es también importantísimo. ¿O alguien cree de verdad que a los españoles sólo nos agobia una cosa?
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Alberto de la Hera