Los primeros pasos, o mejor dicho las primeras palabras, de Mariano Rajoy como futuro presidente del Gobierno no han podido ser más cautelosas y moderadas. Rajoy se ha dirigido a los españoles como presidente del Gobierno prometiendo gobernar para todos. No le va a ser fácil habida cuenta no solo de los problemas que nuestro país afronta por el envite de la crisis económica sino porque en su partido anida un «tea party» que nada tiene que envidiar al «tea party» de Estados Unidos.
Desde hace meses Mariano Rajoy viene haciendo equilibrios para situarse en el «centro» del PP y de paso del electorado, y parece que lo ha conseguido, ahí están los resultados electorales para corroborarlo. También viene insistiendo en que él no tiene más compromiso que con los españoles, que es de paso un aviso a quienes desde dentro de sus filas o aledaños piensen que le pueden marcar el paso. Pero eso lo veremos en el día a día y sobre todo en quienes van a formar parte de su primer gobierno.
Si por algo destacaron los gobiernos de Zapatero es por la inconsistencia de la mayoría de sus ministros. Había excepciones, claro, el propio Rubacaba, o la exvicepresidente Teresa Fernández de la Vega, o Elena Salgado, pero el grueso de sus Gabinetes no estaban formados por políticos consistentes. De manera que el primer examen de Mariano Rajoy será su equipo ministerial, veremos si el ya casi presidente es capaz de sobrevolar a los intereses y presiones partidistas y rodearse de los mejores, incluyendo a independientes.
Mariano Rajoy dejó dicho en su primera noche que no esperemos milagros. Y tenía razón, los mercados iniciaban el lunes 21 zarandeando al Ibex 35 y volviendo a asustarnos con la prima de riesgo. Si alguien pensaba que por el mero hecho de que el PP ganara las elecciones los problemas se iban a arreglar no podían estar más equivocados.
El nuevo presidente necesitará tiempo, aunque es de lo que más carece, para poner en marcha una serie de medidas encaminadas a enderezar la situación por la que atraviesa nuestro país. Y sin duda esas medidas pasan por exigir sacrificios a toda la sociedad, aunque lo que resultaría inadmisible es que el peso de la crisis lo tengan que pagar quienes menos tienen, es decir los ciudadanos de a pie, los funcionarios, los empleados del sector privado, los pensionistas, las familias medias.
Lo cierto es que aunque nadie espere milagros los ciudadanos sí esperan que Mariano Rajoy sea capaz de enderezar la situación y si no lo consigue a corto o medio plazo comenzará a aflorar la decepción.
Es de esperar que en este mes que falta para que se constituya el nuevo Gobierno el presidente en funciones Rodríguez Zapatero y el futuro presidente Mariano Rajoy tomen las decisiones juntos, me refiero a las que afectan a nuestra economía. Todo indica que así será, lo contrario sería imperdonable.
En estas primeras horas en que Mariano Rajoy ya es casi presidente seguramente comenzará a recibir parabienes y halagos desde dentro de sus filas y desde fuera. Es la hora de los «pelotas», de los que esperan con ansiedad que el jefe les tenga en cuenta. Por eso antes de que comience a levitar, a creerse demasiado especial o importante, antes de que sufra ese mal de altura que aqueja a cuantos mandan, no estaría de más que alguien de su entorno y de su entera confianza le recuerde, que solo es un hombre.
En la antigua Roma, cuando los generales regresaban victoriosos, entraban en la ciudad en un carro engalanado conducido por briosos caballos, y a su lado un esclavo elevaba la voz sobre los vítores y aplausos diciendo: «Recuerda que solo eres un hombre». Pue eso.
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Julia Navarro