Es de esperar que Rajoy y sus colaboradores estarán comenzando a hacerse cargo de lo que ha ocurrido el domingo, ya que durante meses y años no les cabía en la cabeza otro pensamiento que el de la llegada al poder gracias a la crisis económica que había sorprendido al PSOE en el Gobierno de la nación. Es evidente -España es el sexto caso ya- que la crisis se lleva por delante a todos los Gobiernos europeos donde se hayan celebrado elecciones generales en la cresta de la crisis e incluso a algunos donde no se han celebrado esos comicios, como Italia y Grecia. La Alemania de Merkel ha conocido la derrota del partido de la canciller en aquellos Länder en que han tenido lugar elecciones regionales. De las autonómicas españolas, para qué hablar. Ya sé que eso no excusa la derrota de los derrotados pero las cosas hay que explicarlas como son y no con invenciones. Estabas en el Gobierno con la crisis, pues mala suerte, muchacho. Otra vez será.
Dios no lo quiera, pero en unos meses el triunfante PP podría verse abocado al abismo si la crisis no le pilla confesado, y nada de quejarse.
Ahora asistiremos -ya lo estamos haciendo- al espectáculo de las autojustificaciones en aquellas materias en las que nunca se aceptó una autojustificación de los ahora derrotados. Los recortes brutales que nos esperan ya no serán calificados como los recortes más duros de la democracia. Las puestas a disposición de lo que diga Bruselas ya no serán bajadas de pantalones ni cesiones de soberanía. Las denostadas explicaciones de los vencidos ya no serán denostadas por los vencedores si son éstos los que las dan. Y así sucesivamente. Pero todo ello valdrá si la crisis y el paro cambian de rumbo. En caso contrario, nada valdrá de nada y la crisis se los tragará también a ellos, Dios no lo quiera, ni la crisis ni la tragadura. De momento, los mercados y la especulación no parecen respetar a Rajoy en su victoria, a juzgar por la evolución de la prima de riesgo y demás secuelas en estos dos días tras el 20-N. Me parece intolerable que traten igual a Mariano que a Zapatero. Como dijo aquel sabio, es la crisis, estúpido.
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Pedro Calvo Hernando