Espero que una de las ventajas del carácter, aparentemente dubitativo, del líder del PP sea no dejarse poner nervioso ni actuar bajo presión. Lo digo porque resulta sorprendente que la histeria que se ha desatado apenas pasadas unas horas desde la celebración de las elecciones, urgiendo a Mariano Rajoy a «nombrar» gobierno y anunciar las primeras medidas que va a adoptar en la reunión de su primer Consejo de Ministros.
Los mercados mandan, aseguran quienes parecen creer en la supremacía del mercado sobre la política y la democracia. Y la respuesta no puede ser otra que en democracia hay normas, y que hay que respetarlas, y que nuestras normas establecen unos plazos para que se puedan presentar recursos electorales, para que se constituyan las Cámaras, para que se celebre una sesión de investidura, el nuevo presidente jure ante al Rey y a continuación dé a conocer la lista de los integrantes de su gobierno estos a su vez juren su cargo y tomen posesión de sus carteras. En todos estos trámites se tarda más o menos un mes, de manera que será el 21 o 22 de diciembre cuando tengamos el primer gobierno Rajoy.
Pero hay quienes creen que hay que forzar el brazo a la ley para buscar una fórmula que permita a Mariano Rajoy ser presidente pasado mañana. Y eso, claro, no es admisible.
Pongamos un ejemplo, Estados Unidos, desde que un candidato gana las elecciones hasta que toma posesión pasan tres meses. En nuestro país apenas transcurre un mes.
Evidentemente si en vez de en un mes todo esto, cumpliendo la ley, se puede hacer en veinticinco días, o en veintidós, mejor, pero lo que no puede ser es que permitamos que sean los mercados los que modelen a su conveniencia nuestra democracia.
Empieza a resultar insoportable la dictadura de los mercados. Una cosa es que todos reconozcamos las bondades de la economía de mercado, y otra que esos entes llamados mercados condicionen las democracias a sus gusto y conveniencia como ha sucedido en Grecia e Italia. Ese camino lleva a una dictadura todo lo sutil que se quiera, pero dictadura al fin y al cabo, porque terminaríamos al servicios de grandes intereses económicos ajenos a los intereses ciudadanos.
Son los políticos elegidos democráticamente quienes tienen que mandar sobre el mercado, los que tienen que regularlo, los que tienen que impedir que vuelvan a suceder desastres como el que estamos viviendo.
Creo que Mariano Rajoy hará bien en mantenerse tranquilo, porque lo que no sería de recibo es que «nombrará» ministros sin haber sido investido presidente. Otra cosa es que de aquí al día en que sea investido presidente deba de coordinar con el presidente en funciones, el señor Zapatero, todos los pasos que nuestro país tiene que dar para seguir afrontando la crisis económica. Es evidente que en la próxima cumbre europea el señor Zapatero tiene que ir a defender lo que Mariano Rajoy le pida que defienda. Como es igual de evidente que Zapatero no debe de tomar ninguna decisión trascendente de aquí a diciembre que no sea consensuada previamente con el ganador de las elecciones. Pero todo esto es de sentido común.
De manera que cuidado con ir sacrificando en el altar del mercado los rituales de la democracia, porque sin ellos seremos un poco menos libres y nuestra democracia estará perdiendo calidad.
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Julia Navarro