La semana pasada nos ha dejado una foto para la posteridad, la de Merkel, Sarkozy y Monti. Los dos primeros dando lecciones acerca de lo que hay que hacer en el futuro y dando mucha solidaridad verbal a Italia. Mientras, el Sr. Monti se daba golpes de pecho por lo mal que se habían comportado sus nacionales al tiempo que hacía propósito de la enmienda, que es lo que hay que hacer en estos casos.
La verdad es que el comportamiento de Monti es el adecuado, ya que se encuentra delante de quien de facto le ha hecho Primer Ministro, aunque los italianos puedan pensar que le han puesto en el cargo ellos mismos.
Es claro que, hoy por hoy, quien manda en esta Europa son Merkel y Sarkozy, aunque hay que decir que Sarkozy desde un segundo plano ya que se encuentra en una continua lucha por no caer del pedestal de la triple AAA de la calificación de su deuda y trata de mantener el tipo refugiándose en las grandes espaldas de la nueva «Dama de Hierro».
Y la prueba de que se ven como los «mandamases» es el que en la prensa alemana se comente que ambos mandatarios han alcanzado un acuerdo, todavía secreto, por el que se modificaría el Pacto de Estabilidad. El Pacto de estabilidad viene a ser como el conjunto de normas que tienen que cumplir los estados que forman parte de la moneda única. De esa modificación se dice que iría en la línea de profundizar en la unidad fiscal y económica, tratando de mejorar la coordinación de los países del euro.
Según indican la forma de llevarlo a cabo sería mediante un acuerdo bilateral entre países y no por unanimidad, ya que eso precisaría de la ratificación de los 27 estados que forman la Unión Europea. Ignoro si la forma elegida lo sería simplemente por ganar tiempo o por dejar bien claro quién manda y mandará en el futuro.
La presentación de esta reforma al resto de los países se haría en la reunión del próximo día 9 de diciembre y ambos mandatarios, Merkel y Sarkozy, instarían a los países de la zona Euro a su inmediata aprobación para su entrada en funcionamiento.
Ni que decir tiene que por esta vía se puede llegar a una Europa de dos o tres velocidades, ya que habría países en la zona Euro con el nuevo tratado, otros en zona Euro sin el nuevo tratado y por último, los que se quedarían fuera de la zona Euro. Creo que parece claro que en esta Europa las vías democráticas se van apartando del camino a gusto de los que mandan.
El interrogante que todos tenemos en la cabeza es si la «Dama de Hierro» una vez que haya conseguido sus propósitos, accedería a flexibilizar sus puntos de vista con respecto al papel del Banco Central Europeo en la economía de la Eurozona y a la emisión de los famosos Eurobonos.
Parece obvio que toda esta forma de proceder, caso de llevarse a cabo, va a generar problemas con una serie de países que van a sentirse unos claramente excluidos y otros claramente ninguneados y todos ofendidos.
Con respecto a nuestro país, además de entre los ofendidos, no tengo claro si incluirlo en el grupo de los excluidos o en el de los ninguneados, porque creo que en alguno de los dos vamos a estar y si no en ambos. El tiempo nos lo dirá.
Pienso que ahora que va a gobernar el Partido Popular en nuestro país es el momento de recordar la política que siguió el Sr. Aznar con respecto a Europa y su aproximación al Reino Unido y a Estados Unidos. Fueron los momentos en que nuestro país tuvo un cierto peso en el exterior en un pasado reciente. Eran los momentos en que a Europa íbamos a negociar con el cuchillo entre los dientes, que es el único lenguaje que entienden en la asociación de mercaderes de Bruselas.
Y ya teniendo presente el recuerdo de aquellos momentos del Sr. Aznar, veamos que nos depara la reunión del día 9 de diciembre y observemos si nuestros representantes acuden con el cuchillo entre los dientes y consiguen regresar con el botiquín de primeros auxilios para nuestra economía, que falta nos hace.
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José Luis Martín Miralles