El problema del PSOE es del PSOE, obviamente, pero también lo es de la democracia española. La alternancia en el poder exige contar con al menos dos partidos que desde la centralidad política gestionen las dos grandes tendencias de cualquier democracia: el centro-izquierda -mayoritario en España- y el centro-derecha. Así ha sido desde la Transición, con altibajos y sacudidas como la producida por la desaparición de UCD, y así debería volver a serlo para garantizar la estabilidad del país.
El carisma de Felipe González y su dimensión europea de político socialdemócrata condujeron al PSOE a un acusado culto a la personalidad de su líder, de tal modo que su ideario quedó relegado a menudo a un segundo plano, al prevalecer el pragmatismo en la gestión del capitalismo. Con Zapatero el PSOE intentó repetir el modelo, pero no fue posible. Unos dicen que solo por la crisis y otros que debido a la crisis pero también a su discreto nivel. Sea como sea, da la impresión de que un gran partido como el PSOE se equivoca al entregarse tanto a un líder.
La actual situación de este partido se presenta complicada no solo por la falta de ese nuevo Felipe -no lo hay, parece ser-, sino también porque no hay ideas claras para el futuro. Tanto es así que el diario más influyente en la izquierda española, ‘El País’, apelaba este domingo en su editorial a que el nuevo liderazgo socialista sirva para sentar las bases sobre las que recuperar la centralidad del PSOE en la democracia española, señal evidente de que la ha perdido.
Lo mejor que sigue teniendo el PSOE es su marca y su militancia, donde si buscan seguro que encuentran a quien andan buscando. Decir que no hay nadie es lo más fácil y lo que le interesa a quienes siendo como Almunia no quieren asumir su condición. Claro que para eso hace falta tiempo y este congreso, a diferencia de lo habitual en el PSOE, no se convocó con seis meses de antelación, sino apenas con un par de meses de margen y con unas navidades de por medio. Las ideas que precisa el PSOE, del mismo modo que su nuevo Felipe, exigen más tiempo y menos agobios.
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José Luis Gómez