Zapatero se va con la misma cantinela que vino: intentando ganarle a su abuelo una guerra que perdió hace casi ochenta años y que ya no interesa a casi nadie.
El último conejo que se ha sacado de su raída chistera ha sido un informe sobre lo que hay que hacer con El Valle de los Caídos. Toda una alegoría de lo que ha sido su gestión de gobierno: ocuparse más de los muertos que de los vivos.
España, en este momento, es posible que tenga ochenta problemas importantísimos que resolver pero él se gasta el dinero y el tiempo en montar una comisión para echar a Francisco Franco de El Valle de los Caídos. No se puede ser más absurdo y más desatinado.
No voy a entrar otra vez a dar los mil argumentos que hay para decir ¡basta! de volver a la guerra civil. O mejor, incivil. Aquello fue una tragedia para las dos partes. Para todos los españoles. Y todas las familias españolas tuvieron dolorosísimos sufrimientos. En mi familia, por los dos lados. Tampoco voy a entrar en que El Valle de los Caídos es una propiedad privada y un centro religioso o yo qué sé, porque hay miles de argumentos para dejar las cosas como están. Lo que sí diré es que ya vale de intentar de nuevo dividir a los españoles. Y si Zapatero tiene un trauma de niñez que acuda al psicólogo.
Y ya vale, también, de preocuparse tanto de la necrofilia porque, aquí de lo que hay que acordarse, es que este Gobierno ha dejado a cinco millones de españoles vivos en la indigencia.
Pinocchio