El pasado día 9 era el día fijado para la cumbre de todas las cumbres europeas. Para casi todos, ese día podía significar el inicio de la salvación de la Unión Europea o el inicio de su caída y desaparición.
Una vez pasada la cumbre, a la que algunos han llamado » La cumbre de la refundación europea», hay que señalar que los acuerdos alcanzados van en la línea pretendida por Alemania, que es la vía de la austeridad y de la restricción presupuestaria.
Los acuerdos adoptados se tratarán de articular a través de convenios intergubernamentales a los que se dará la apariencia de un nuevo Tratado Europeo, ya que la modificación del existente no será posible por el veto expresado por Gran Bretaña ante la falta de satisfacción a sus demandas.
Ha sido acordada una reforma para que en las leyes de cada país se fije la estabilidad presupuestaria y se limite el déficit público estructural. Se recomienda que sea en las constituciones, es decir, en las leyes de leyes.
Asimismo, se ha fijado el déficit estructural máximo en el 0,5%. Por encima de este punto, se establece la necesidad de dar explicaciones al Consejo y a la Comisión Europea acerca de cómo se va a solventar esa situación. También en este acuerdo se establece que los déficits por encima del 3% sean sancionados automáticamente por el Tribunal de Justicia de la U.E.
También, la reunión nos deja un acuerdo para adelantar la puesta en marcha de un fondo de rescate permanente (MEDE, Mecanismo Europeo de Estabilidad), que entrará en funcionamiento en junio de 2012 y cuyo límite de dotación está fijado en 500 mil millones de Euros, aunque su importe será revisado en el próximo mes de marzo para adecuar su idoneidad. Su función es ayudar a los países con problemas tales como Italia o España u otros que puedan surgir en el futuro. Este fondo de rescate convivirá durante un año con el actual Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), al que le quedan disponibles 250 mil millones de Euros. También se ha acordado que las decisiones en MEDE no se tomen por unanimidad sino por mayoría del 85%.
Además, se acordó que el sector privado no se vea envuelto en más reestructuraciones de deuda, aparte de las que en la práctica se establezcan por el FMI. Es un aparente acto de contrición alemán por la quita griega a la banca y a inversores privados, la cual se realizó de manera torticera para que no se pudieran ejecutar los seguros de impago. Este cambio de criterio, parece tener relación con las posturas que sostuvo el ex-presidente del Banco Central Europeo, Sr. Trichet, en relación con las turbulencias que esa actuación podría provocar. Parece que el tiempo ha venido a darle la razón, como hemos podido ver, con la elevación de los diferenciales de la deuda en todos los países del área Euro, especialmente en los que arrastran problemas.
Por último, la Unión Europea ha decidido proveer, vía bancos centrales, con 200 mil millones de Euros al FMI para que pueda acudir en socorro de los países europeos en serios problemas. Produce cierta tristeza que sea un organismo internacional y no europeo el que se tenga que ocupar de los problemas de los países d
el Euro con los fondos de los propios países europeos. Es ahí donde radican las contradicciones de esta Europa en que vivimos.
Las conclusiones que se pueden sacar de todo lo indicado es que Europa se está moldeando a la medida de Alemania. El papel de Francia ha quedado, en gran medida, reducido al de palmero ejecutor de las ideas alemanas. El resto de países pintamos bastante poco, sólo nos queda la opción de asentir y esperar a que pase el chaparrón que está cayendo. Por otro lado, cualquier país que se oponga, exprese sus objeciones o trate de mantener sus propios puntos de vista, corre el riesgo de aislarse y salir casi expulsado como le ha sucedido a Gran Bretaña, con la que se va abriendo un abismo cada día más insalvable, aunque es bien cierto que si alguien se lo puede permitir es ese país.
Además hay que indicar que todas las medidas van en la línea de la austeridad y del parcheo del problema financiero, pero no se observa ninguna medida que vaya en la línea del crecimiento económico de los países. Se echan en falta medidas encaminadas a incrementar la inversión y el consumo en toda Europa y especialmente en países con graves problemas, tales como España, Italia, Grecia, Irlanda y Portugal, en los cuales además, se aplican y se van a seguir aplicando medidas de austeridad y recortes del gasto. Estas políticas llevan aparejadas caídas del PIB y conviene no olvidar que en Europa hay alrededor de 23 millones de personas en situación de desempleo.
Y también, si bien es cierto que se ha podido dar un paso hacia una unión fiscal, es también cierto que todavía queda un gran trayecto por recorrer. Hoy por hoy no existe ni se prevé la existencia de un responsable único a nivel supranacional de esa unión fiscal, un ministro de finanzas como indicó el Sr. Trichet. Tampoco se ha hablado de un tesoro único, ni de traspasos de unos países a otros, además de echarse en falta un sentimiento de pertenencia a algo que está por encima de cada una de las nacionalidades europeas y que impulsaría lo que podría ser el futuro Estado Europeo y este sentimiento no surge de la noche a la mañana.
Será cuestión de esperar e ir viendo primero la respuesta de los mercados a estos acuerdos y a continuación, el desarrollo de los propios acuerdos y su plasmación en hechos. Tendremos que dar tiempo al tiempo y ser un poco pacientes, aunque a estas alturas de la película lo que menos nos queda es paciencia.
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José Luis Martín Miralles