Esta frase «la verdad por delante» la pronunció Rajoy recientemente al referirse que había que llamar a las cosas por su nombre, «al pan pan y al vino vino». Como era de esperar, el que en las próximas horas será presidente se ha mostrado en ese nueva dimensión que le corresponde. Ahora la crisis ya no es de Zapatero, ni siquiera vale de nada echárselo en cara. Ahora es Rajoy quien debe asumirla como propia.
Poco podemos adivinar, pero el trazo de su discurso de investidura pinta bien. Su intervención ha sido sólida, probablemente la mejor en estos años, seguramente, porque la ocasión lo requería. Uno de los pasajes de su discurso fue suficientemente esclarecedor y realista: «Ya no habitaremos el mismo planeta que hemos conocido». «No se trata de recuperar lo que se fue, ni de regresar al lugar que ocupábamos, porque ese lugar ya no existe». Y bien cierto que es.
Aunque las críticas que le ha hecho la oposición van en la dirección de que no había concretado nada, no es cierto. Un debate de investidura no es para repetir el programa electoral, sino para señalar el camino que se va a tomar. Pero en cualquiera de los casos sí ha ofrecido medidas concretas, y una de ellas muy esperada y aplaudida, sobre todo, fuera del hemiciclo: la revalorización de las pensiones.
A los demás nos tocará apretarnos el cinturón. Con eso contábamos, pero no está demás que nos lo diga con la verdad por delante. Y eso es lo que ha hecho Rajoy.
Editorial Estrella