lunes, noviembre 25, 2024
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El cuñado

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Les presento un nuevo relato de una lectora de estas Memorias de un Libertino. Nos lo remite una persona que se llama “Any”, a la que agradezco, sinceramente, su colaboración por lo que significa de enriquecimiento de la sección. Espero que lo disfruten.

El cuñado

Había salido de la ducha y me estaba poniendo el albornoz, cuando sonó el timbre de la puerta. Esperaba a mi cuñado que estaba solucionándome unos trámites de la herencia de mi esposo que había fallecido hacía unos meses, pero no me figuraba que fuera él ya que me parecía muy pronto. No obstante fui a abrir la puerta y, efectivamente, era él. Le hice pasar, pidiéndole disculpas por mi deshabillé y le invité a que se sentará en el sofá mientras yo me arreglaba. Me contentó que tenía prisa y me pidió que me sentara con él ya que tenía que explicarme un par de cosas y enseguida se iría. Así lo hicimos.

Mientras me explicaba los trámites realizados y los que había que realizar, yo me crucé de piernas dejando al aire medio muslo. La acción no tenía ninguna intención predeterminada, pero noté que enseguida se fueron sus ojos a la parte “desprotegida”. Y, aunque siempre se había mostrado muy caballerosamente conmigo, esta circunstancia le permitió iniciar una serie de piropos sobre mi persona, que yo agradecí.

Instintivamente, dirigió su mano hacía mi muslo y, cuando yo creía que lo que iba a hacer era cubrirme la pierna, se disculpó y me dijo que durante mucho tiempo lo había deseado pero que, por respeto a mi esposo, no lo había hecho. Para, inmediatamente después, besarme en la boca.

Inicialmente, me sorprendió. Pero después se lo agradecí y mantuve mi boca sobre la suya hasta que el beso se prolongó indefinidamente, mientras que sus manos me desabrochaban el cinturón del albornoz. Mi cuerpo estaba a su disposición. Sus besos me cubrieron por completo, bajando desde el cuello, a los pechos, al vientre, hasta que llegaron al pubis.

Nunca me habían lamido el clítoris. Por eso, cuando lo inició sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo, haciéndome emitir sonidos de ansiedad. Por miedo a que parara, le sujeté la cabeza pidiéndole que siguiera, que no parara, pues nunca había sentido tanta satisfacción.

Creo que tuve dos o tres orgasmos seguidos. Mis convulsiones eran tremendas haciendo que nos cayéramos sobre la alfombra… Pero aquella situación que me parecía interminable, se me hizo corta. Cuando me quise dar cuenta, tenía su pene a la altura de mi boca.

De una forma natural, lo sujete con ambas manos aunque no lo había hecho nunca. Mi vida sexual, en mi matrimonio, había sido de lo más convencional y nunca me había encontrado en una situación igual. Interpreté que tenía que corresponder de la misma manera que había sido satisfecha y fui lamiendo su pene hasta introducirlo todo en mi boca.

Me sentí llena. El jadeaba. Yo lo introducía y sacaba con fluidez. Sentía como mi cuñado emitía suspiros de satisfacción, hasta que empecé a notar como derramaba su semen en mi boca. Me salía por la comisura de los labios y yo no dejaba de succionarlo deseando que me llenara.

Quedamos extenuados sobre la alfombra, enlazados en un fuerte abrazo con nuestras bocas unidas en un interminable beso.

Tengo que aceptar que despu,és de casi catorce años sin tener ninguna relación sexual, y siendo relativamente joven todavía (52), aquello fue revivir mi feminidad.

Any     

Estas memorias están teniendo, afortunadamente, una gran aceptación entre los lectores. Lo demuestran el gran número de visitas que tiene semana tras semana y los comentarios que recibe. Por eso, de acuerdo con la dirección de Estrella Digital, he pensado realizar, dentro de la sección, un Experimento sexual: quiero que los lectores de ‘Memorias de un Libertino’ puedan publicar también sus relatos.  Sus sueños. Sus experiencias. Sus deseos ocultos.

El tema erótico será libre. Sólo pido que el texto no sea mucho más de un folio de extensión y que mantenga un mínimo de buen gusto. Se podrán firmar con seudónimo y se respetará el máximo de discreción. Tanto se respetará que los relatos NO deberán enviarse a la redacción de Estrella Digital sino a [email protected] Este es un correo creado, especialmente, para recibirlos y para que sirva también para aclarar cualquier duda o consulta.

Por supuesto, si alguien lo solicita, puedo también ayudarle literariamente a mejorar su texto.

Esperamos recibir muchos relatos.

 

 

Memorias de un libertino

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