lunes, noviembre 25, 2024
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Las limitaciones de un mediador iraquí

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Mientras el caos se acrecienta en Bagdad, hay políticos Republicanos que vienen planteando: ¿Quién perdió Irak? Pero es una pregunta disparatada. Irak está lastrado por las mismas diferencias sectarias que imperaban mucho antes de que la administración Bush decidiera invadir en el año 2003 y que en algunos sentidos se vieron agravadas por las políticas de Bush durante la ocupación militar estadounidense. El Presidente Obama no arregló el caos de la política iraquí pero tampoco lo empeoró.

Lo mejor que se puede decir de América e Irak al caótico final de 2011 es que Estados Unidos ha pasado de ocupante militar a mediador entre formaciones políticas iraquíes rivales una empresa menos cara pero todavía frustrante.

Un símbolo de esta transición es el General Raymond Odierno, el antiguo mando de las fuerzas estadounidenses que volvía a Bagdad el jueves para encontrarse con el Primer Ministro Nouri al-Maliki y su competencia. Los encuentros fueron un indicador de un papel político estadounidense presente, pero también de sus limitaciones.

Odierno discutió la volátil situación de Irak durante una entrevista mantenida a bordo de su aparato el viernes a su vuelta a Estados Unidos. Dijo que su mensaje básico fue que todas las formaciones iraquíes deberían tratar de trabajar juntas en el interés nacional del país. Destacó frente a Maliki la importancia de trabajar con el parlamento, del reparto de poderes y de obedecer la constitución iraquí.

Estas indicaciones pueden sonar deslumbrantemente obvias, pero es justamente esta falta de compromiso político lo que ha marcado a Irak desde que Estados Unidos derrocara a Saddam Hussein. Resulta que la democracia ha potenciado la política sectaria: Maliki acarrea todo el resentimiento y la desconfianza de la mayoría chiíta hacia los sunitas que antes gobernaron el país. Los sunitas, acusando su posición de minoría, aducen que Maliki está adoptando competencias dictatoriales de corte Saddam.

La agenda de Odierno en Bagdad ilustra la fragmentada situación política y también su habilidad para dialogar con todas las partes. Además de encontrarse con Maliki, se vio con Osama al-Nujaifi, el presidente sunita del parlamento; con Rafie al-Issawi, ministro sunita de economía y secretario de la formación Iraqiya; y con el Presidente Jalal Talabani, kurdo. Odierno se marchó esperando que Nujaifi, el presidente del parlamento, sepa montar un acuerdo de facciones pronto.

El desencuentro político iraquí rozó el punto de ignición la pasada semana, después de que los últimos efectivos estadounidenses regulares hubieran abandonado el país. El ejecutivo de Maliki extendió una orden de arresto a nombre de Tariq al-Hashimi, el vicepresidente sunita, presentando el cargo de conspiración para asesinar a los chiítas de la administración de Maliki. Para evitar la captura, Hashimi huyó al Kurdistán.

Odierno lleva años de experiencia con esta variante de político. Fue el representante militar en funciones del General David Petraeus durante el incremento de efectivos regulares del año 2007 que ayudó a recuperar el país de la práctica guerra civil, y luego como máximo responsable militar. Odierno es ahora el jefe del estado mayor y, al igual que Petraeus (que ahora dirige la CIA), mantiene una estrecha relación personal con Maliki que comenzó durante los años de pesadilla de la violencia.

El asunto del encuentro de Odierno con Maliki fue que Estados Unidos e Irak han llegado muy lejos -y derramado mucha sangre- y que la cooperación entre los dos países tiene que continuar. Advertía que Irak corre peligro de convertirse en un país como el Líbano, donde vecinos poderosos emprenden guerras a distancia y agravan las tensiones sectarias. A menos que Maliki mantenga unido el país, Irak será explotado por las potencias regionales de Irán, Turquía y Arabia Saudí.

Odierno no pareció hacer progresos a la hora de desactivar los cargos presentados contra Hashimi. Maliki está seguro de que el caso -sustentado en una presunta confesión libre de un miembro del aparato de seguridad de Hashimi- ha de resolverse a través del sistema judicial iraquí. Pero los sunitas, que temen que las fuerzas de seguridad de Maliki estén conspirando su propia campaña de asesinatos, no van a dejar el tema en manos de los tribunales probablemente.

La iniciativa de trabajar con Maliki ha sido la constante de la administración Bush a la administración Obama. Asombra a algunos (como yo) que dudan de la capacidad de Maliki de romper con sus orígenes sectarios en el Partido de la Dawa y convertirse en una figura de cohesión. Una muestra del apoyo de Washington al ejecutivo de Maliki fue que antes del repliegue final de los efectivos, Estados Unidos entregó a un reo llamado Alí Mussa Daqduq, un agente de respaldo iraní que presuntamente planeaba atentados contra soldados estadounidenses. Estados Unidos concluyó que dentro del marco de su acuerdo de seguridad con Irak, no tenía otra elección.

Odierno ofreció solamente una breve declaración para la crónica, que traslada su mensaje de que todo el mundo debe tranquilizarse: «He aprendido a no reaccionar de forma exagerada a lo que sucede en Irak a nivel político. Ellos parecen capaces de zanjar sus diferencias. Debemos estar al tanto, pero hemos de responder con cuidado: hablamos de Irak».

 

David Ignatius

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