Europa puede acudir al rescate del ministro José Ignacio Wert. La Comisión Europea planea para la primavera de 2012 un mercado único de contenidos digitales más simple y con licencias más baratas para los nuevos medios y negocios de contenidos. Son los objetivos de la Agenda Digital como la reforma de las sociedades de derechos de autor –tan urgente como muestra el escándalo de la SGAE– y la recuperación de las obras huérfanas (sin autor conocido). Wert ha sido contundente en anunciar la protección de la propiedad intelectual contra las descargas, pero sin una sola propuesta de cómo defender los derechos de todos junto a los de los creadores, productores y distribuidores. Parte de la respuesta está en el propio programa electoral del PP y en los planes europeos.
Las primeras palabras de Wert han creado alarma cuando la ley Sinde todavía espera su desarrollo y cuando Rajoy ha prometido la reforma del canon digital para satisfacer los derechos de autor con modelos de retribución “más justos y equitativos, basados en el uso efectivo de las obras”. Del nuevo ministro se conocen ataques contra los críticos de la ley Sinde, pero ninguna idea sobre la propiedad intelectual en la sociedad de la información.
Su secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, la Comisión Europea, propuestas como las del Informe Hargreaves británico o la reforma que se está realizando en Brasil –a pesar de ser más restrictiva que la planeada por el gobierno de Lula- le ayudarán a no caer en los mismos errores de su predecesora.
El nuevo ministro parece atrapado entre los inmovilistas y los defensores del todo gratis. Con el ruido machacón de las tertulias en las que participaba quizá no ha tenido tiempo de repasar las ideas de quienes defienden unos derechos de autor que no vayan en contra del dominio público, el acceso a la cultura y la copia privada de ciudadanos usuarios de varios servicios y dispositivos digitales: de la televisión a los móviles y el streaming. Ni de la industria que intenta desarrollar nuevos negocios sin ahogarse en el papeleo y los abusos de quienes sostienen privilegios de mercados de escasez y acotados en fronteras ya inexistentes.
La Comisión Europea lo explica claramente en la revisión de la Agenda Digital y en sus planes para 2012. Simplificar las licencias para un mercado único, reformar las opacas sociedades de gestión de derechos de autor y acabar con su oligopolio, ampliar el dominio público con los autores que lo elijan y las obras húerfanas, o conseguir derechos de autor más ajustados a los precios e ingresos del mercado son sus grandes objetivos. Los mismos que los de la Comisión Nacional de la Competencia, los tribunales europeos o de muchos críticos de una ley Sinde ineficaz para promover la industria digital, la innovación y productividad.
Rajoy es un político calculador. Muchos se preguntan por qué elegir a Wert para un ministerio que concentra gran parte de los desafíos de la sociedad del conocimiento. Alguien tiene que aguantar las primeras embestidas en dos áreas, educación y cultura, donde la batalla es política y estratégica. El filósofo Daniel Innerarity explica que en la democracia del conocimiento no gobierna quien más sabe. La inteligencia está distribuida, como el poder y los contenidos. Wert puede empezar a escuchar.
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Juan Varela