En estas fechas de comidas familiares los comentarios tópicos son la tabla de salvación para no decir lo que realmente pensamos. Qué tendrá la familia que destapa lo mejor y peor de cada uno. Está comprobado, una vez hecha la referencia al frio que hace fuera y lo bien que huele la comida (¿mejor sabrá?) se habla del vino que está en la mesa. Sí, porque en Navidad se bebe vino, menos mal. Es el agosto del sector, donde todos nos rascamos el bolsillo para llevar un buen vino a la cena. Aquí las denominaciones más conocidas, véase Rioja o Ribera se llevan el gato al agua. Con setenta denominaciones en el mercado, más otros tantos vinos de la tierra, de mesa, de pago…es normal que el comprador opte por la opción más conocida. Claro que con esto de ir a lo seguro ocurre el curioso caso de Vega Sicilia, uno de los vinos más reconocidos de nuestro país y que menos se descorcha. Pocos encuentran el momento especial para abrirlo y lo guardan como su pequeño tesoro que enseñan a amigos y familia de vez en cuando. Primer tópico, el vino para presumir, perdiendo su principal fin, beberlo.
Así es el vino, todo un mundo de sentimientos, placeres y, en ocasiones, tema recurrente para hacer más llevadera una cita familiar. Cada vez se habla más de vino, pero por otro lado se bebe menos. Nuestros antepasados sí que lo hacían bien, ellos no hablaban, bebían. Y con esto hemos llegado a otro topicazo, el de se bebe menos, pero se bebe mejor, es decir, de mejor calidad…y más caro. Aunque en plena burbuja del vino llegó un punto que parecía que había más productores que consumidores e incluso, a veces, los primeros no eran lo segundo, sino que lo tenían como hobbie. A pocos de estos nuevos ricos se les ha visto en la viña con las botas manchadas de barro. Que tener una etiqueta con el apellido de uno está muy bien, pero no hay que olvidar que el viticultor es el que no sabe de fiestas y en la misma tarde de Nochebuena está podando su viña. Ésa es precisamente una de mis imágenes vinícolas del año que se nos fue. Camino hacia la casa familiar para pasar estas fechas, me fijé en esos agricultores que estaban trabajando la tierra sin atender a las fiestas, luces y villancicos.
Volviendo al tema recurrente del vino, hay que ver lo mucho que nos gusta hablar sobre este néctar de Baco y lo poquito que sabemos de él. Que no se pretende que los consumidores sean eruditos, pero sí que tengan la valentía de expresar lo que realmente les parece el vino. A veces bebemos más etiquetas que vino y si una marca es conocida, a ver quién es el guapo que dice que no le gusta…y menos en familia ¿o qué pensará el suegro que ha abierto ese gran vino de su pueblo?. Porque con los nacionalismos en el vino hemos topado. Para muchos el de su región es el mejor del mundo e incluso desde España nos atrevemos a decir que los vinos españoles son mejores que esos que vienen del nuevo mundo “esos argentinos o chilenos”. Pues, señoras, señores, otro topicazo, porque como siempre generalizar, no es de sabios, precisamente. Hay estupendos vinos fuera de nuestras fronteras, que eso de que “Spain is different” está muy bien como eslogan, pero vinos como los nuestros los puedes encontrar en medio mundo. Eso sí, que chilenos o franceses han sabido crear marca de calidad de cara al consumidor es un hecho. Será que no sabemos vendernos, topicazo al cuadrado.
María D. Nepomuceno