No hace falta encargar una encuesta para saber que tras el desconcierto provocado por la subida de impuestos decretada por el nuevo Gobierno los ciudadanos esperan que el presidente Rajoy diga algo. Porque la subida ha sido brutal: hasta siete puntos en el IRPF y sin tocar un pelo a las Sicav, las sociedades de capital variable en las que las doscientas grandes fortunas del país blindan sus dineros ante las terminales informáticas del Fisco. Aunque Cristóbal Montoro, el ministro de Hacienda, da la cara en los medios tratando de explicar tan inopinado cambio de criterio -«subir impuestos es un disparate», decía durante la campaña electoral-, lo cierto es que la ciudadanía sigue esperando que sea el presidente del Gobierno quien comparezca en el Parlamento y diga por qué ha cambiado el programa con el que el PP se presentó a las elecciones. Si, como aducen algunas fuentes, fue el pánico ante el temor de que la prima de riesgo se disparara por encima de los 500 puntos, que lo explique; si, como asegura Montoro, el incremento en el IRPF tiene fecha de caducidad (estaría en vigor solo durante dos años), que lo aclare y se comprometa ante la opinión pública.
Tengo para mí que el presidente nos debe una explicación a los ciudadanos que le escuchamos decir en su discurso de investidura que no tenía intención de subir los impuestos. Haría mal si confundiera la gran disposición a disculpar su ausencia por parte de ciertos medios en espera de rescate, con el sentir de la mayoría de los ciudadanos. La cercanía de las elecciones andaluzas no debería ser obstáculo para cumplir con otro de los compromisos adquiridos durante la campaña: decirle la verdad a los españoles. Seguimos, pues, esperando a Rajoy.
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Fermín Bocos