Y en medio de toda la vorágine política, económica y financiera, de nuevo el monstruo de la corrupción asoma su imagen brutal en el escenario del protagonismo. Será la casualidad la que ha propiciado la coincidencia en el tiempo de los juicios contra Camps y Matas, que fueron no hace mucho tiempo presidentes de las comunidades autónomas de Valencia y de Baleares, y del estallido del caso Urdangarín. Digamos que forman el triángulo de la vergüenza nacional, cuando el nuevo Gobierno se estrena en el ejercicio de hacer todo lo contrario que había prometido hasta unas horas antes. Objetivamente, podrían defenderse aduciendo que así son las cosas de la política y de la economía, argumento que les valdría si hubiesen dicho lo mismo cuando el anterior Gobierno de Zapatero lo hizo, desde luego con mucho mayor margen de tiempo entre la promesa y el incumplimiento. Nada ha dicho Rajoy al respecto a la agencia EFE. Pero sigo sin entender cómo una mayoría de españoles se ha puesto la corrupción por montera y la ha bendecido de esa forma en las urnas, el 22 de mayo y el 20 de noviembre.
Es verdad que en el terreno de las coincidencias también apunta un agravamiento del caso andaluz de los ERE, con ese fastuoso ex director general de Empleo de la Junta, al que acusan de lo de la cocaína y de los grandes dispendios. Leña al mono hasta que hable inglés, pero que no me comparen los desmanes de un director general con las tropelías, sigamos diciendo que presuntas, de los presidentes que habían sido exhibidos como modélicos por el responsable máximo de su partido, por dar algún intrascendente detalle. Todavía quedan muchos tramos de la corrupción por pasar al primer plano o a los estrados de los tribunales. No digamos Castellón, Alicante, Madrid, Castilla y León porque nos quedaríamos cortitos. Queridos amigos: sigo sin entenderlo. Igual es que me he vuelto un poco romo. Pero bien por Soraya Sáenz de Santamaría, que en Cádiz ha dicho cosas sensatas. ¿Ganará Griñán como ganaron los peperos en Valencia y Baleares? Dicen que no.
Pedro Calvo Hernando