No soy yo uno de esos tipos antiEsperanza. Diría que lo contrario. Me gustan muchas cosas de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Otras, me gustan menos. Y algunas, nada. Y, entre las que no me gustan nada, está la que al parecer está a punto de tomar. Y es que no es de recibo que, diez días después de que el Consejo de Ministros presidido por Mariano Rajoy aprobara aplicar durante los ejercicios de 2012 y 2013 un «gravamen equitativo» al impuesto sobre la renta, la Comunidad de Madrid se esté planteando hacer exactamente lo contrario. Su consejero de Economía, Percival Manglano, ha anunciado que el Gobierno madrileño está estudiando rebajar el tramo autonómico del IRPF.
¿Razón? Ninguna. Que como Esperanza es partidaria de bajar los impuestos, los baja. Contra viento y marea. Por encima de la campana gorda. Porque sí.
El tramo autonómico del IRPF es casi nada. Muy poco dinero. Y, desde luego, no solucionará los problemas de la Comunidad.
¿A qué viene entonces una medida así? ¿A qué juega Esperanza Aguirre?
Porque no creo que quiera enfrentarse a Rajoy… No tendría sentido. No puede ser tan estúpida. Esperanza es una mujer muy lista y una gran política ¿Qué ganaría enfrentándose a Rajoy y a su propio partido?
Es cierto que, el año pasado, Andalucía, Cataluña, Asturias, Cantabria y Extremadura lo subieron y que, hace escasos días, lo ha hecho la Comunidad Valenciana, pero estamos hablando de otras ligas. A esas comunidades sólo les falta ya poner a sus consejeros a pedir en los semáforos. Pero la Comunidad de Madrid es otra cosa. No lo necesita.
Insisto, ¿a qué viene entonces tomar una medida así?
No lo sé.
Aunque me dicen que a la señora Aguirre se le ha subido el éxito a la cabeza y le gusta dar la nota…
Una pena. Porque, si es así, es probable que se haya vuelto estúpida.
Espero que no. Y que, en cualquier caso, sólo sea una estupidez transitoria.
Pinocchio