Sí, podría decirse que el primer pleno del Congreso ha sido un ensayo general de lo que nos espera en esta legislatura. Yo lo resumiría así: los socialistas van a intentar taponar sus propias heridas poniendo el dedo acusador en los incumplimientos del Gobierno. Izquierda Unida será la voz de la izquierda de siempre, mientras que la posición de PNV y CiU dependerá de cada momento, de lo que puedan conseguir entre bambalinas negociando con el Gobierno. En esta ocasión el PNV optó por el voto en contra, mientras que CiU optaba por mantener los puentes con el PP.
En cuanto a Unión, Progreso y Democracia, creo que nos irá sorprendiendo pleno a pleno. Y Bildu, ¡ay! Bildu, con sus diputados sentados en sus escaños como unos más y sin despertar mayor interés que otros grupos. En cuanto al resto del Grupo Mixto, sufriendo las consecuencias de la atomización del Parlamento que resta a cada partido de tiempo para hacer oír su voz, tal y como denunció el representante del BNG.
Para el PSOE se ha convertido en un «mantra» acusar de engañar al Gobierno y a Rajoyes, y es que les tienen ganas. Sí, los socialistas le tienen ganas al PP, después de haber sufrido durante los últimos años una oposición sin cuartel por parte de los populares. Así que cuando José Antonio Alonso, portavoz socialista, subió a la tribuna para responder a Cristóbal Montoro, que había defendido la subida de impuestos para corregir el déficit público, en realidad lo que hizo fue dirigirse a Mariano Rajoy para reprocharle, en primer lugar, que no diga la verdad reconociendo que sabía que el déficit era el que es. En segundo lugar le pidió que se «mojara» diciendo ante la Cámara si va a mantener el Estado del bienestar. En tercer lugar le reprochó la subida de impuestos. En cuarto que no haya dado la cara en el Parlamento. El quinto, sexto, séptimo…. iban en la misma dirección.
Eso sí, a Mariano Rajoy apenas se le mueve un músculo, y su guardia de corps luce seguridad, la que da acabar de haber ganado las elecciones y tener al menos cuatro años por delante. Además, cuentan todavía con un as en la manga y es que a pesar de las razones esgrimidas por los socialistas, éstos acaban de perder por goleada las elecciones y no cuentan con la benevolencia de la opinión pública.
Pero el presidente Rajoy y los suyos no solo tuvieron que escuchar los reproches desde la bancada socialista. El resto de los portavoces parlamentarios le reprocharon lo mismo: haber hecho lo contrario de lo prometido. Y esa es una realidad que acabará pesando, y teniendo consecuencias, por más que los populares crean que a largo plazo su subida de impuestos y sus incumplimientos electorales serán beneficiosos para la buena marcha del país.
La verdad es que el primer pleno del Congreso no ha sido un plato fácil de digerir para el nuevo Gobierno que a pesar de su mayoría absoluta ha visto pasearse por el hemiciclo el fantasma de la soledad. Y es que por más que se ha empleado Montoro para convencer de que las medidas adoptadas subiendo impuestos eran necesarias y sobre todo fruto de falta de información previa, en realidad no ha convencido a nadie. Esa es una batalla que ya ha perdido Rajoy aunque por ahora no le esté pasando factura. Otra batalla que está perdiendo es la de la información. El no haber dado la cara desde el primer día explicando personalmente el por qué de estas decisiones también le está suponiendo un coste.
La entrevista que ha concedido el presidente Rajoy a la Agencia EFE es un parche con el que no arregla el descosido. No se puede despachar un incumplimiento electoral tan flagrante como la subida de impuestos con una entrevista a un medio por importante que sea. Saben, tengo la impresión de que a pesar de la mayoría absoluta, ni Mariano Rajoy ni el PP van a poder relajarse y mucho menos creer que la legislatura será un paseo triunfal. Va a ser que no.
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Julia Navarro