Dando por bueno que las primarias es el sistema más democrático para elegir líderes o candidatos dentro de los partidos, lo óptimo sería que realmente sirvieran como revulsivo de ideas y proyectos que ofrecer a los ciudadanos.
De momento, las primarias socialistas solo han servido para evidenciar las diferencias dentro del partido. Así como viejas rencillas acumuladas durante los mandatos de Zapatero que llevan a destacados dirigentes a apoyar a este, y no al otro candidato. Hasta ahora, tanto Rubalcaba como Chacón, lo único que han evidenciado son sus ganas de dirigir el PSOE.
Chacón utiliza, frente a su «adversario/compañero», un tono condescendiente con el que le agradece los servicios prestados, que es una forma de invitarle a la jubilación anticipada. Rodeada de un equipo de asesores de imagen, entre ellos su propio marido, sigue al pie de la letra un discurso donde destacan ideas como «tiempo nuevo», «democracia fuerte», «reto con alegría». Analizadas, una a una, no quieren decir nada. Son un conjunto de vaguedades que acompañan al mensaje principal: la juventud como valor máximo.
Olvida el equipo de Chacón que esa teoría ya la vendió Zapatero desde su primer gobierno, en el que dejó claro que a partir de los cuarenta y cinco años un político o un cargo público estaba para el desguace. Aquellas lluvias trajeron estos lodos. Si algo se le imputa a la candidata es el formar parte de esos ejecutivos formados por políticos sin experiencia, alegres, confiados, con medidas evanescentes y mucho marketing.
Por contra, Rubalcaba, que hizo una pésima campaña en las elecciones generales, sigue dando vueltas a la derrota, tratando de justificar ante la militancia que no fue solo culpa suya. Ha asumido la teoría de su «adversaria/compañera» de que la edad es un lastre y repite como un mantra que tiene fuerzas y ganas para asumir la tarea. Por eso solo responde cuando se le llama «viejo».
Y así, en el debate estéril entre jóvenes y viejos, a los candidatos se les va pasando el tiempo de aportar soluciones para el desmochado partido que les ha dejado ZP, que se limita a pedir juego limpio.
El tema sería un problema de orden interno del Partido Socialista si la situación económica y los duros recortes que ya ha emprendido el PP, no reclamaran la necesidad de una oposición coherente. Que por ejemplo, azuzara al Gobierno por retrasar hasta finales de marzo los presupuestos de 2012, que van a contener el verdadero hachazo, para no dañar a su candidato Javier Arenas en las autonómicas andaluzas. El último feudo que les queda para tener el poder absoluto en España.
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Victoria Lafora