Ha muerto Manuel Fraga, uno de los políticos-puente más importante de España. Y digo político-puente desde el reconocimiento porque Fraga fue uno de los grandes políticos que hizo posible la Transición en España de una manera más palpable y eso nadie podrá discutirlo. Y es que, aparte de ser un personaje de los más controvertidos de la reciente historia de España, esa misma historia le recordará también por haber tenido la visión o la sabiduría de ver que los tiempos habían cambiado y que el futuro de España estaba en la democracia. De hecho, él y Santiago Carrillo fueron, de verdad, los dos líderes que sellaron la paz de las dos Españas y dieron paso a la libertad que ahora gozamos.
Manuel Fraga fue uno de los políticos más inteligente, más culto, más trabajador, más capaz y más honrado que dio España en el Siglo XX, pero no pudo ser más que ministro y presidente de la Xunta de Galicia. Le hubiera gustado ser Presidente del Gobierno de España pero, dicen, que le mataban las formas. Al parecer, siempre exigía de sus colaboradores el 150% y eso era muy difícil de soportar y muy poco vendible en campaña electoral.
Pero, frente a ese fracaso, hay que reconocerle que sus ideas llevan más de treinta años representando a la mitad de los españoles. Porque, contra viento y marea, Fraga creó el primer partido político de masas del centro derecha español. Una derecha ultramoderna que, por cierto, hoy nos gobierna en España.
La figura política de Manuel Fraga volverá a dar lugar, estos días, a cientos de comentarios para todos los gustos. Desde lo que mostrarán admiración por su personalidad a los que buscarán denigrarlo desde posturas sectarias y maximalistas que aún siguen ancladas en la clandestinidad franquista. Pero la realidad es que Manuel Fraga fue uno de los padres de la actual Constitución e, insisto, uno de los grandes políticos de la historia de España.
Pinocchio