Al menos dos ministros, Alberto Ruiz Gallardón y José Ignacio Wert, Justicia y Educación, han dicho al dar posesión a sus equipos, que «no hay excusas» ni las van a poner. Tienen «el mejor equipo», según ellos, y si no salen las cosas, si no se hacen las reformas imprescindibles será culpa suya. Tomamos nota, aun cuando en política, todo es prometer -los discursos y los programas lo aguantan todo- y casi nunca se rinde cuentas de verdad. Incluso se cambian los programas de un día para otro -las horas que van desde que uno es oposición hasta que asume la responsabilidad de gobernar- y no pasa nada. «El hombre nace libre, responsable y sin excusas», decía Sartre, pero otro francés, Molière, señalaba que «quien quiere ahogar a su perro dice que está rabioso». Veremos.
En ambos casos, las reformas tienen que ser profundas por una razón evidente: ni la Justicia ni la Educación funcionan y si esos dos pilares del Estado están bajo mínimos, el presente y el futuro se adivinan tormentosos. Llevamos treinta años de educación obligatoria y gratuita, que ha sido un paso de gigante, pero también tres décadas de fracaso escolar. Se equivocó «el ingeniero» que diseñó el sistema escolar español, que prima la igualdad por abajo en todos los niveles, la falta de estímulos al profesorado, el descrédito de la Formación Profesional, una selectividad que aprueban todos, Universidades en cada ciudad y titulaciones a tutiplén, sin ninguna auditoría de calidad ni de enseñanzas ni de profesorado…
Un desastre, agravado por los problemas de financiación que provoca la crisis, del que los menos culpables son los profesores y que el PP no arregló ni siquiera cuando tuvo mayoría absoluta. Así que ahora, hay que dar crédito a José Ignacio Wert, pero la sociedad española no va a aceptar más excusas y va a exigir resultados lo antes posible. En educación, los frutos tardan, pero el no hacer nada o hacerlo mal, como ha sucedido tantas veces en estos años tiene unas consecuencias terroríficas. El fracaso escolar de uno de cada tres alumnos -sin que eso quiera decir que los otros dos son «triunfadores, sino que simplemente pasan- o un índice de paro juvenil de más del 40 por ciento son pruebas de que hay que cambiarlo todo. Pero bien.
Y en Justicia otro tanto. Leo en un periódico que se ha señalado un juicio ¡para enero de 2017! No es sólo un escándalo, es una vergüenza. Para 2014 o 2015 es «casi normal». Hay jueces, sin señalar a ninguno, que han mantenido el secreto de un sumario durante años. Los juicios paralelos y el asesinato de la presunción de inocencia son un fenómeno diario. La Nueva Oficina Judicial se va a hacer vieja sin funcionar. ¿Se imaginan ustedes lo que pensará un posible inversor extranjero sobre la seguridad jurídica en España y las ganas que le quedarán de poner su dinero en nuestra casa? Pues eso, que no hay excusas ni tiempo. El trabajo de los nuevos equipos tiene que dar frutos ya.
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Francisco Muro de Iscar